Capítulo 5

16 1 0
                                    



No, no... no puede ser verdad, debo de estar soñando, esto debe ser un sueño, tiene que ser un sueño.

—Quita.

—No.

—Quita de mi vida...

—No puedes ser tu.

—Si soy yo amor.

—¿Papa? —el cuerpo me tiembla, las manos me sudan y las lágrimas caen sin control.

—Si mi amor, soy yo.

—No —Se acerca a mi e intenta abrazarme pero me alejó,—no, no, no... no puedes ser tú, moriste, no... debo de estar soñando, tu estas muerto.

—Hija estoy aquí.

—No —las piernas me fallan y caigo al suelo.

Papa me abraza, permanezco inmóvil.

—No morí, aquí estoy, contigo mi niña —dice llorando.

Lo abrazo y si, se siente como mi papa, huele a papa, sus brazos son fuertes como los de papa y me dan el mismo calor que siempre, me siento segura y protegida, me siento cómoda como solo me sentía con mi papa, no me quiero despertar nunca de este sueño.

—Mírame.

—No.

—Por favor.

—No me quiero despertar.

—No estas soñando mi amor.

—Sí, si estoy.

—No estoy muerto.

—Sí, si lo hiciste.

—Me estas tocando, estoy aquí contigo.

—Si no estás muerto ¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué desapareciste? ¿En dónde estuviste todo este tiempo? ¿Por qué no me buscaste? ¿Por qué me hiciste sufrir tanto en esa maldita realidad sin ti, creyendo que estabas muerto cuando no era así? ¿Por qué apareces ahora? ¿Por qué? ¿Por qué maldita sea? —mi llanto se hace más a fuerte con cada pregunta.

—Después habrá tiempo para explicar eso.

—Ahora, quiero saberlo todo ¡ahora!

—Bien, vamos al auto.

—No quiero.

Me carga en sus brazos me lleva hasta el auto, me sienta en el asiento trasero y él se sienta frente a mí.

—No quería que esto fuera de lo primero que habláramos , pero creo que no tengo otra opción. ¿Recuerdas que unas semanas antes del accidente, gane una gran suma de dinero por unos negocios que hice fuera del país? —asiento con la cabeza — ¿También recuerdas que Edwin era el segundo al mando en la empresa? —vuelvo a asentir — resulta que él quería todas las acciones y las ganancias de la empresa y el único modo de ganarlas permanentemente era que tú y yo desapareciéramos en otras palabras que muriéramos.

—¿Yo? ¿por qué?

—Si yo moría el quedaba a cargo de la empresa, eso hasta que tu cumplieras la mayoría de edad, ya que te nombre mi sucesora. Por eso arreglo el accidente, cortaron los frenos del auto y pago a alguien para que chocase con nosotros. Después de eso nos llevaron inconscientes a los dos al hospital, tu no estabas tan grabe pero yo sí, antes de que llegara tu mama me trasladaron a una clínica y de ahí me perdieron la pista ya que no se sabía ni quien era, ni de donde venia. Perdí la memoria, cuando me recuperé físicamente me dieron de alta pero no sabía a donde ir, ni siquiera tenía idea de quien era. La señora que te mando para acá me ayudo, después de un tiempo fui recuperando la memoria y volví decidido a recuperarte a ti y a tu mama, fui a la casa para decirles las verdad, pero tenía miedo de como serian sus reacciones ya que habían pasado dos años de mi supuesta muerte, tu salías de la casa solo para venir al cementerio, te seguí... Venias todos los días y hablabas como si yo estuviera aquí, hablabas con la tumba como si fuera yo.

SEBASTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora