La lluvia

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Ya habíamos caminado como dos cuadras cuando finalmente decidí preguntarle por qué buscaba a mi padre, pero justamente cuando iba a abrir la boca para hacerle la pregunta, empezó a llover, algo muy raro porque minutos antes, había mirado hacia el cielo y lo vi despejado, o así creí verlo. Sin embargo, mi atención ya estaba en quitarme mi chaqueta para dársela a Abigaïl porque ella andaba un poco descubierta. Sin dudarlo, Abigaïl también aceptó mi chaqueta, lo que de alguna manera me dice que le inspiro confianza.
Tuvimos que esperar a que acampe la lluvia debajo del toldo de una tienda cercana.

Estando allí, me preguntó: ¿Cómo ha estado tu padre? Yo le contesté: No muy bien, ya que sus problemas de salud han empeorado. Qué pena saberlo, dijo. Cuando dejó de llover, seguimos caminando. Recordé una vez más preguntarle por qué buscaba a mi padre, pero ya estábamos muy cerca de la casa, así que decidí no hacerlo hasta que llegáramos. En el portón de la casa, nos recibió quien ha sido única compañera de mi padre desde que murió mi madre, Laika; su perrita Border Collie.

Al entrar al portón, me adelanté para evitar que Laika le hiciera daño a Abigaïl, pero me sorprendió lo feliz y cariñosa que estaba Laika con la presencia de Abigaïl. Laika fue hacia ella, Abigaïl se abajó, le acarició la cabeza y creo que dijo: Laika en voz baja, aunque no pude escuchar con claridad porque había caminado como cinco metros hacia la casa.

Abigaïl -un destino al azar- Where stories live. Discover now