El secreto de mi padre

44 3 0
                                    

Cuando entré por la puerta, mi padre escuchaba su canción favorita, Farolito, de Agustín Lara. Al verme, paró el fonógrafo y dijo: ¡Mijo, qué gusto verte! Pero cuando vio a Abigaïl entrar, su cara cambio de feliz a preocupada y dijo sílaba por sílaba: ¿A- bi- ga- ïl, tú- a- quí? Abigaïl respondió: Mi madre, ella... murió. Entonces ví cómo se entristeció mi padre justo como cuando murió mi madre, y nos dijo: Déjenme solo.

Saliendo con Abigaïl por la puerta tracera hacia el patio, oí que puso el fonógrafo en marcha otra vez. Yo estaba muy confundido con todo lo que había ocurrido. No entendía de que se trataba todo esto.

Caminando hacia la sombra de un manzanero, le pregunté a Abigaïl: ¿Qué está pasando? Abigaïl respondió: Mi madre era la razón por la que tu padre y madre discutían. Me quedé pensativo por unos segundos y dije: sí recuerdo esas discusiones, que para mí no tenían sentido, o era demasiado joven tal vez. Entonces le hice una pregunta que me agobiaba tan solo de pensarla; ¿Eres mi hermana? Abigaïl dijo: No. Tu padre no es mi padre, aunque lo quiero como tal. Fue todo un choque de emociones. La primera parte del enunciado me alegró, pero la última me destrozó.

Abigaïl -un destino al azar- Where stories live. Discover now