13. Carta astral de Escorpio II: Sufrir de amor

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El amor es muy confuso, a veces crees que te enamoras de alguien por completo, tanto que persigues hasta sus huesos con tal de poseer algo de la otra persona como un perfume adictivo que no dejaba de lado la verdadera felicidad. Se volvía algo más cercano a una obsesión absurda, una elegante invitación a la corrupción de un amor no predestinado. Por eso el amor era tan confuso, podías confundirlo con algo tan enfermizo desde el principio.

Atsushi no estaba seguro de si aquello era amor, para ser honestos, pues desde que empezó a salir con Fyodor se dedicaban a lo que el último anhelara hacer ¿qué entraba entre sus pasatiempos? Pues parecía que era parte de una Banda con problemas de alcoholismo, nunca mejor dicho, con amor por el vodka y los rusos. Cada día entendía mejor aquella frase "comunista como la puta madre", Fyodor era algo extraño.

El albino se la pasaba aburrido, pero no quería decírselo a Akutagawa, es más, parecía que la comunicación entre ambos se vio tremendamente cortada por la influencia de su actual pareja, gran Atsushi que no se detenía a conocer mejor sus citas antes de empezar algo. Fyodor decidía por él, Fyodor hablaba y él obedecía, así era. Tenía días queriendo hablar con Ryuunosuke, pero el ruso se mantenía en contra por completo, quizás para darle un escarmiento al triste astrólogo por bajarle el novio en alguna época.

Creía haberse enamorado, estaba fascinado por esa vida delincuente que el ruso le estaba brindando y de eso ya habían pasado unos cuantos días. Su relación se formaba poco a poco, dándole chances de disfrutar desde los besos helados a los susurros a través del teléfono. No había visto a Akutagawa durante ese tiempo, porque no le había llamado él y viceversa, pues estaba en su propia ensoñación.

Lo que no sabía era que su fin se acercaba, como el límite de vida que mantenía esa relación, pues Fyodor era alguien cambiante, Chuuya decía que era por ser ruso. Y los rusos solo traían problemas en épocas frías, de eso estaba seguro. Atsushi no escuchaba, mantenía su terquedad en el "enamoramiento" con el de cabellos oscuros.

Curiosamente estaban paseando por el parque cuando se toparon con el rey de los pensamientos albinos: Akutagawa estaba tomado de la mano con una chica rubia mientras le analizaba de pies a cabeza. Atsushi estaba muy diferente a sus vestimentas coloridas, y, a pesar de que el negro no le quedaba nada mal, lo sentía fuera de lugar. Ese no era Nakajima.

— Akutagawa, ¿qué haces por aquí? — La voz salió melosa, cual chico temperamental y hormonal. El azabache arrugó la nariz colocándose los lentes negros mejor.

— Paseaba.

— Ya, entiendo. ¿Y tu acompañante?

— Se llama Higuchi.

Pero a pesar de la respuesta, la rubia a su lado no le iba muy bien en la mente por razones que tenía muy escondidas entre su inconsciente, no importaba que tuviera a Fyodor a su lado creía sentir que la furia llegaba desde los pies hasta la cabeza. Dispuesto a comenzar a ser molestoso con la pareja, se puso entre ambos.

— ¡No había conocido a una novia de Aku! — Los otros tres abrieron los ojos al escuchar el apodo. Akutagawa se sonrojó por completo, además el tono no le ayudaba; Higuchi también sintió un poco de bochorno por la forma tan tierna de llamar a su acompañante.

Fyodor solo volvió a su estado normal cuando la impresión se fue, ¿acaso...? Tenía una extraña mueca en el rostro, resultado de conectar algunos cables en la cabeza.

– No es exactamente mi novia, Jinko — aseguró. La rubia solo jugueteó con sus dedos.

— ¿Entonces?

— Estamos saliendo, o algo así — murmuró. Fyodor se cruzó de brazos.

— Ya, entiendo.

— Vámonos, estamos llegando tarde —dijo el ruso, jalando a su pareja con brusquedad.

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