25. La muerte del sátiro.

3.1K 112 23
                                    

—Hasta comer una manzana acaramelada es mejor en este lugar —murmuré para mi misma y suspiré, relajada, contemplando la manzana que mantuve elevada para que tuviera como fondo el cielo mañanero. Estaba encaramada en la rama de un árbol, con dicha manzana en una mano mano y un cigarrillo sin encender en la boca. Quité con la otra mano el cigarrillo para que al hablar no se me escuchará—. Qué diferencia hace el no estar rodeada de mortales de plopus. —No sabía por qué, pero me sentía calmada y tranquila en ese momento. Tal vez era porque estaba pensando en cosas lindas, cosas como—: Y además sería mucho mejor si aquí mismo tuviera la cabeza cortada de Jake —volví a suspirar—. Algún día, Alexa. Algún día.

Así habría acabado con su miserable, jodida y detestable existencia, y además tendría un bonito adorno para la pared. Con unas sexys y mejores facciones del rostro de las que tendría la cabeza de un toro o un venado, que era lo que normalmente colocaban como adornos, y si lograba mantener abiertos esos bellos ojos aún cuando esté muerto, tendría dos increíbles zafiros que decorarían la estancia con su maravilloso brillo, y además esos labios carnosos... Que eran repugnantes. Sí, repugnantes tes. Todo él lo era. Sólo era un maldito hijo de perra que se comportaba como imbécil. Para nada un buen y sexy físico, no. Para nada.

Nada.

¿A quién crees que engañas?

«¿A mí?»

Suspiré. No había vuelto a ver al grandísimo, jodido, y condenado imbécil desde ayer, sabía por buenas fuentes  —ejem, Kath, ejem— que seguía aquí y no se había ido de "misión", pero había huido como el cobarde que era.

¿Cuándo no?

Volví a suspirar; necesitaba me celular. Mi bello y precioso celular. Que yacía inerte, de una muerte atroz. De una jodida muerte que ocasionó la jodida Tysharaw.

Sí, fue para salvarme de la mordida venenosa y mortal de Nómine. ¿Y qué?

—Puede que ame a Tove, Finn y Loki —rezongué en voz baja—, ¡pero Tysharaw sí que eres una perra hija de la gran...! —inhalé aire, tratando de calmarme para no gritarle lo que se merecía por hacer aquello.

Que... linda. Insultando a la gente cuando ésta está tranquila ocupándose de sus asuntos.

¿Quieres decir rompiendo más celulares?

Resoplé, ya que ni siquiera quería iniciar una estúpida discusión conmigo misma sobre esto, y me quedé viendo las nubes.

En esta clase de momentos era donde anhelaba tenerlo a mi lado para podernos comer juntos la manzana acaramelada y ver el amanecer junticos... Está bien, yo sólo era una interesada que quería escuchar música en este momento.

¡Mi teléfono! ¡Sufro sin su compañía!

Le di una mordida a mi manzana tratando de desquitar mi rabia en ella. Apostaba por que me había visto muy ridícula, como una mala imitación de una hiena deforme que no había comido en días y por fin encontraba una presa del tamaño de su pata. Pero qué más da. Ahora lo que importaba era que me sentía desconectada del mundo. Sin poder hablar con nadie que no estuviera aquí... Okay, okay, ya debía dejar de pensar tan melancólicamente. La rabia es una mejor opción.

—¡Extraña fuerza del destino o lo que sea que decidió que a mi celular le había llegado la hora, espero que te coja un negro que la tenga tan grande que te rompa! —grité. Miré sobre mí, esperando que sucediera como en las caricaturas y por gritar algo así esa extraña fuerza del destino hiciera que me cayera una fruta en la cabeza o algo.

Nada pasó, así que me quedé pensando en qué estarían haciendo Zack —¿seguir buscándole opciones de trabajo a mi madre?—, Skyler —¿Bañar a Lucas y luego a Jessica con una cubeta de esa cosa asquerosa que ella creó?—, mi madre —¿Follando con el vecino? Vale, no. Ni me quería imaginar eso—  y Jake —¿Planeando formas de hacerme la vida una pesadilla de mierda?—, todas cosas que podría averiguar si tuviera mi celular...

¿Ficción o Realidad? ©Where stories live. Discover now