Un día familiar

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Ray realmente estaba muy consternado con todo lo que estaba pasando, había extendido sus vacaciones para arreglar las cosas con su nueva casa y poder organizarla a su gusto mientras estuviera allí. Había pasado su tiempo comprando lo necesario para poder tenerlo listo, pero en realidad, quería mantener su mente ocupada de sus pensamientos.

¿De verdad Emma había tenido una hija?, aún le costaba creerlo.

Cuando llegaba a pensar en eso le dolía bastante el corazón, darse cuenta que la preciosa niña de sus recuerdos había crecido y se había convertido en madre lo hizo sentir solitario. Todos los días se preguntaba sobre las dificultades que tuvo que pasar Emma, quien era una niña mimada y acomodada en una cuna de oro y que repentinamente se vio en la calle, sin dinero, sin familiares y embarazada.

Además, estaba el asunto del padre de la niña, Emma dijo que no era Norman, entonces... ¿Quién sería?, Ray pensaba en muchas cosas pero no le gustaba ninguna, pensar que su dulce e inocente Emma fue usada y abandonada por alguien más le hacía arder la sangre de la ira, pero eso sería lo más lógico de pensar. Emma estaba sola y sin que nadie la apoyará, cualquier desgraciado se aprovecharía de una chica así de vulnerable.

Ray miraba hacia el cielo mientras seguía perdido en sus pensamientos, sin saber que hacer, decidió desecharlos porque Emma había decidido avanzar y criar a su hija sola, así que lo único que podía hacer por ella era mantener sus secretos con él. Ya había pasado varios días desde que había hablado con Emma, pero creía que debía darle su espacio, así como él necesitaba algo de espacio para organizar sus pensamientos y sentimientos, ninguno de los dos se había contactado con el otro.

El teléfono sonando lo distrajo, así que contestó y para su sorpresa, era su madre.

—¿Cómo estás querido? — Su madre parecía de muy buen humor.

—Hola madre — Ray le habló con voz dulce.

—Sabes... Susan me hizo una visita hace unos días— Comentó ella con alegría — Me trajo un regalo bastante lindo —

—Ah si... lo sé, una pintura — Ray casi lo había olvidado —¿Te gustó? — Isabella rio por detrás de la bocina.

—Si, me gusto bastante — Confesó ella — Pero quiero preguntarte, ¿tú le dijiste algo a la artista para que lo pintará? — Ray estuvo confundido por la pregunta.

—Lo siento madre, pero yo no le dije nada, ni siquiera vi que te pinto por estar ocupado — Isabella se quedó callada por detrás del teléfono.

—Oh... es así — Respondió ella —¿Conoces a la artista? —

—Si — Respondió el con firmeza.

—Me gustaría verla — Ray realmente se sorprendió bastante por la petición.

—¿Por qué? — Ray no sabía que responder en ese caso.

—Quiero agradecerle personalmente — Aquello realmente lo dejo pensativo, ¿qué podía hacer? —¿Ray? — Se sumergió tanto en sus pensamientos que no le contestó.

—Lo siento, creo que es una chica ocupada porque se volvió famosa repentinamente — Mintió él.

—¿Es así? — La voz de Isabella sonaba totalmente neutra.

—Solo dale un tiempo mientras ella termina los encargos —

—Oh si claro, cuando vaya a verte nos podemos reunir — Isabella sonrió por detrás del teléfono — Asegúrate de contarle—

—Si, lo haré — Ray ya estaba pensando en algún plan para engañar a su madre, pero tendría que consultarlo con Emma.

Ambos charlaron un poco más, hasta que decidieron colgar.

Mariposas contra el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora