extra II

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—Es que no me convencen. — comentó la gallega observando su teléfono.

—Miriam, llevamos media hora pa' una foto de na'. — se quejó Mimi, harta de posar frente la cámara.

Habían decidido que ese era el día, además de dar la noticia de que se habían mudado juntas, iban a anunciar que estaban juntas. Por eso llevaban gran parte de la mañana intentando hacer una foto decente para dar la noticia.

—Es importante. — dijo nerviosa la menor — Joder Mimi, no todos los días se cuenta algo así y quiero que sea bonito.

—¿Tú quieres que sea bonito? — preguntó y la otra asintió — Pon ahí el móvil. — Miriam le hizo caso sin entender nada.

Una vez estuvo el aparato posicionado ambas se sentaron frente a él. La cuenta atrás comenzó a avanzar y justo en el momento en el que la cámara iba a disparar la foto, Mimi tomó la cara de Miriam entre sus manos para plantarle un casto beso en los labios, que a la gallega le tomó de sorpresa.

La mayor no puedo evitar sonreír en medio del beso mientras la el móvil seguía haciendo múltiples fotos. Se separaron sonriéndose y la granadina dió un último pico a su novia, para después levantarse a comprobar las imágenes.

—Toma. — le tendió el teléfono a la menor — Tus fotos bonitas. — rió.

—Idiota. — Miriam sonrió embobada mirando las fotos — Pues son preciosas.

—Como tú. — soltó la granadina, haciendo que la otra rubia se sonrojara — No te pongas rojita. — dijo abalanzándose sobre ella — Eres un bebé.

—Y dale, que no me llames así. — la reprendió quitándosela de encima.

—A mi estos feos no, eh. — se hizo la ofendida la mayor.

—¡Ven aquí! — le gritó Miriam cuando vio que se iba — Aún nos faltan las fotos con Lola.

—¿De verdad Miriam? — frunció el ceño la mayor — ¿Es necesario? — se quejó cuando le hizo posar con la gata sobre su regazo.

—Sí, familia es familia. — sonrió la menor.

—No, si a mí me parece perfecto. Pero con la que me acuesto es contigo. — rió.

—Eres insoportable, de verdad. — se enfadó Miriam, para seguidamente levantarse y encerrarse en su habitación.

La granadina soltó un suspiro una vez estuvo sola, sabía que ni siquiera se había enfadado de verdad, pero estaba nerviosa. Incluso ella lo estaba, muchas más de lo que podía llegar a admitir. Nunca le habían importado demasiado los comentarios de los demás, pero en este caso no se trataba solo de ella y lo que más nerviosa le ponía era como le podía afectar a Miriam toda esta situación.

Se levantó dejando a Lola sobre el sofá y se dirigió a la habitación que compartía con la gallega. La puerta estaba cerrada, por lo que dió unos toquecitos a los que no obtuvo respuesta, así que abrió la puerta sin pensarlo dos veces, encontrándose a la gallega boca abajo sobre la cama.

—Amor no te enf... — cortó sus palabras al ver los ojos aguados de la otra — ¿Estás llorando? — preguntó con el ceño fruncido.

La menor negó restándole importancia, pero la granadina no podía verla así y sabía que le estaba mintiendo. Llevó su mano a la mejilla de la gallega y la acarició con delicadeza, haciendo que soltara sus últimas lágrima.

—¿Qué pasa? — preguntó Mimi, para después besar su frente.

—No sé. — confesó con voz temblorosa — Estoy nerviosa y...

Podrás contar conmigo // Miriam²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora