Capítulo III

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La celda del doctor Lecter está considerablemente alejada de las demás, no tiene al otro lado del pasillo más que un armario y es excepcional por otras circunstancias. El exterior consiste en una reja de barrotes por cuya parte interna, a mayor distancia de la que alcanza un brazo humano, hay una segunda barrera, una resistente red de nailon tendida desde el suelo al techo y de pared a pared. Detrás de la red, Graham vio una mesa atornillada al suelo en la que se apilaban libros de tapas blandas y papeles, y una silla recta, también atornillada.

Y al doctor Hannibal Lecter reclinado en su catre, absorto en la lectura de la edición italiana de Vogue. Sujetaba las páginas sueltas con la mano derecha y las iba poniendo una a una a su lado con la izquierda

Will se dio cuenta que aún en reposo su estatura era mayor a la de él. Se mantuvo en silencio durante unos segundos más evaluando la celda y los dibujos hechos a mano por el doctor.

Pronto, Graham regresó su mirada a la figura del Doctor Lecter para encontrarse con la mirada del hombre mayor. Los ojos del doctor Lecter son de un castaño granate y reflejan la luz con destellos de rojo, Graham trató de desviar la mirada pero estaba atrapado.
-Buenos días, Doctor Lecter- dice Will agradeciendo que su voz suene tranquila. El recluso lo suelta y Graham aprovecha para fijar sus gafas como escudo- Me llamo Will Graham ¿Puedo hablar con usted? -La distancia y el tono de su voz implicaban cortesía.

Con un dedo apoyado sobre los labios fruncidos, el doctor Lecter reflexiona. Al cabo de un rato, cuando lo juzgó adecuado, se levantó, avanzó con suavidad por su jaula y se detuvo a escasos pasos de la pared transparente cosa que hizo sin mirarlo, como si hubiese calculado la distancia.

Will observó que efectivamente era alto  y su aspecto era pulcro; en las manos y brazos del doctor observó fuerza nervuda, como la suya. Graham recordó la fotografía en un revista social donde Lecter llevaba un traje de tres piezas en un patrón que nunca osaría usar, justo ahora llevaba el mono de prisión con la misma elegancia que un traje.

-Buenos días -dijo Lecter como si hubiese salido a abrir la puerta. Su cultivada voz poseía una leve aspereza metálica, debida seguramente al desuso.

-Estoy aquí para solicitar su ayuda. Se desea crear una base de datos sobre la metodología y comportamiento de cierto sector de la población en esta Institución-

Lecter inclina levemente el mentón y considera a Will un momento. La mirada de Graham se mantiene en el último botón del mono de prisión.

-Comportamiento y metodología ¿Usted fue enviado por el querido Tío Jack? – pregunta Lecter con una sonrisa dibujada a medias.
-Si, doctor-

-¿puedo ver sus credenciales? -
Will se hubiera sorprendido pero solo hace una leve mueca ante la petición.

-Las mostré en la oficina- dice Graham sacando la identificación-Pero puedo suponer que tenga desconfianza, podría ser algún periodista-

Lecter parpadea ante esto, el interés resuena breve. La identificación está en lo alto sostenida por la mano de Graham.

-A esta distancia no puedo leer. Envíemela, por favor.-

-No puedo.-

-Porque es dura.-

-Sí.-

-Hable con Barney.-

Llegó el enfermero a deliberar, después de las advertencias por parte del enfermero, Will la envía por la bandeja.

-¿Ha visto usted las credenciales de Frederick ?- cuestiona Lecter mientras toma la identificación.

La ira del corderoWhere stories live. Discover now