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Emilio

Llevamos escasos cinco minutos de viaje y se siente una gran atmósfera de incomodidad dentro de la camioneta, así que decido acabar con este silencio sepulcral.

—Creo que si vivirás conmigo debería de saber tu nombre ¿verdad?.

El chico soltó una risa irónica y habló.

—Pff quisieras.

—Oye no es para que te molestes, solo quiero saber cómo te llamas —dije tratando de sonar tranquilo.

—Dejémonos de estupideces, no entiendo para que quieres saber cuál es mi nombre si al fin y al cabo pagaste por mi solo para tener sexo única y exclusivamente contigo ¿o me equivoco? —me cuestionó al tiempo que levantaba una de sus cejas.

—Quiero hacer esto fácil para ti pero tú no colaboras; veo que eres directo, me gusta, lo que no me gusta es tu estúpida actitud, como tú lo dijiste pagué una muy buena cantidad por ti, por lo tanto soy tu dueño, al menos estos dos meses —contesté con una sonrisa sacarrona —así que dime de una jodida vez ¿como es que te llamas?.

—No entiendo tu insistencia con saber mi nombre, digo, no sería eso bueno, puedes gemir mi nombre cuando estés teniendo sexo con tu novio o novia, y creo que no le gustaría —habló haciendo un fingido puchero —y hablando de eso ¿Para que me necesitas a mi si tienes pareja? Digo, estás a un tiempo de casarte, o es acaso que nadie te ha hecho sentir en la gloria al tener sexo ¿como yo lo hago?.

Mierda, es que acaso no tiene un filtro al hablar. Por supuesto que nadie me ha hecho sentir lo que él a la hora de tener sexo, pero no tiene porqué saberlo.

—¿Enserio crees que eres el único que me puede dar una buena noche de sexo?, Existen muchos más que quisieran estar en dónde estás tú.

—Pues si existen más ¿Porqué diablos no contrataste a otro en lugar de a mi? Además, no me has respondido mis otras preguntas.

—No contrato a otros porqué te quiero a ti, es así de fácil. Y sobre tus otras preguntas, umm —simulé pensar —creo que a ti no te interesa saberlo así como dices que a mí no me interesa saber tu nombre.

—Me parece perfecto —dijo y miro por la ventana. No respondí y seguí conduciendo.

Después de quince minutos llegamos a una clínica; el chico por fin vuelve a mirarme, pero con una cara de confusión total.

—¿Que hacemos aquí? —habló molesto —Estoy limpio ¿Sabes?.

—Oh querido, me parece excelente que digas que estás "limpio" —dije haciendo comillas con los dedos —pero antes de volver a acostarme contigo tengo que asegurarme de que no tienes ninguna ETS, así que no me vayas a hacer un berrinche como un niñato y vamos.

Salí del vehículo, rodeé la parte frontal y me dirigí hacia la puerta del copiloto, abriendo esta misma.

—Oh señor Marcos, que caballeroso que es usted —habló irónicamente haciéndome poner mis ojos en blanco.

—Menos palabrería y más caminata.

Cierro la puerta de la camioneta, tomo la mano del chico y lo hago caminar hacia la clínica; está demás decir que en esta clínica trabaja uno de mis mejores amigos y será quien atienda al chico. Entramos a la clínica, dejo al chico en la sala de espera y me dirijo hacia recepción, saludando a la enfermera Karla, pidiendo que le comunique al doctor Adriano Russo.

Adriano es un hombre de veintiocho años de edad, ojos de un azul verdoso, cabellos castaños claros casi rubios, altura de un metro ochenta y cinco aproximadamente, de ascendencia italiana-mexicana, su padre nació en Nápoles, Italia, y su madre en Santiago de Querétaro, Querétaro, él estudió la universidad aquí en la Ciudad de México, y aquí mismo tiene su clínica especializada en detección de Enfermedades de Transmisión Sexual.

Después de unos dos minutos mi amigo sale, mira hacia donde nos encontramos y se dirige hacia acá, me saluda estrechando las manos y con un medio abrazo.

—Emilio, ¿como has estado?, Tanto tiempo sin vernos —dice con una sonrisa mostrando sus blancos dientes.

—He estado muy bien, Adriano, ya sabes, ocupado con unas cosas, pero estoy aquí para que le hagas un examen a mi chico —mencioné y me hice a un lado para mostrar al chico.

—Hey, es muy lindo —soltó —¿pero que tú no eres pareja de Marirlla? —preguntó con una ceja alzada.

—Si, tú sabes que no soy pareja de esa loca, solo estamos juntos gracias a nuestros padres y su obsesión por mí.

—Cierto, bueno, no importa, hay que pasar a mi consultorio para hacerle las pruebas necesarias —asiento en respuesta, tomo la mano del menor, lo ayudo a pararse y seguimos a Adriano.

Ya dentro de su consultorio comenzaron a hacer su registro y ahí fue donde por fin descubrí su nombre, el cual es Joaquín, más no pude escuchar sus apellidos. Comenzaron a hacerle exámenes como analítica de orina, hisopado bucal, analítica de sangre, un chequeo físico, análisis de llagas y por último emplearon un hisopo para tomar muestra de secreciones; todo esto me lo dijo Adriano, está claro que fueron a la sala correspondiente del lugar para hacerle las pruebas y no se sintiera incómodo conmigo, claro está que esto fue pedido por el chico, ¿Es una idiotez decir eso después de que ayer tenía mi miembro dentro suyo? Si, lo es, pero aún así lo respeté.

Después de aproximadamente una hora ya tenían los resultados listos, para suerte de ambos, como el chico me dijo, estaba libre de cualquier ETS.

Algunos minutos más tarde donde intercambié algunas palabras con Adriano es que nos fuimos, no le expliqué todo lo que estaba sucediendo pero casi me obliga a hacerlo. Salimos de la clínica y vamos de regreso a mi BMW X1, comienzo a conducir hacia el departamento nuevo que compré para que esté el chico.

Luego de aproximadamente cuarenta y cinco minutos de viaje llegamos a un lujoso edificio. Bajamos de la camioneta y le ayudo con su equipaje, entramos al edificio, fuimos hacia el elevador, entramos a este y presioné el botón del último piso, llegamos a este y salimos del elevador, encontrándonos con un muy hermoso departamento con algunas paredes de ventanales de cristal.

Apartir de hoy todo va a cambiarme.

El Angel del PecadoWhere stories live. Discover now