30|Provocar.

2K 307 50
                                    

Ser espía sin ser descubierto: Objetivo fracasado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ser espía sin ser descubierto: Objetivo fracasado.

Al intentar huir, mis pies se enredan entre sí, todo sucede en cámara lenta hasta que me estampo contra el suelo sintiendo mis huesos vibrar. Gael es más rápido, por lo que huye gateando hasta mezclarse entre la marea de personas. Maldigo mentalmente al levantarme.

—¿Puedo saber qué haces espiándome?

Pego un rebote en cuanto escucho la voz de Ludmila tras de mí, presiono los párpados antes de girar sobre mis talones.

—Oh, ¡hola, Ludmi! Que agradable verte por aquí —apoyo mi brazo en la pared —. ¿Vienes de compras?

Ludmila adquiere una postura de brazos cruzados en la espera de la verdad. Su semblante se frunce, pero hay una pequeña sonrisa decorando sus labios.

—En serio no puedo creerlo, Arturo.

—¡No! La verdad es que vine con Gael, pero se ha fugado —plasmo una mueca. Siento la traición en el pecho —no era mi intención espiarte, le dije que estaba mal, pero insistió.

Enarca una ceja lleno de duda ante mis palabras.

Se mordisquea los labios en donde me repasa de pies a cabeza sin disimulo y sonríe llena de satisfacción.

—¿Por qué harían algo así? Está mal.

—Lo sé, perdón.

Ella encoge los hombros soltando un suspiro.

—Solo vine a dar la vuelta —comienza a decir —salir de mi rutina diaria y estoy fastidiada.

—¿Quieres que te acompañe? —ofrezco.

—Nah, haz hecho bastante por mí.

—No me molestaría pasar el domingo contigo, claro, hoy no tengo la agenda apretada—bromeo.

—Huy, señor importante quiere hacer un hueco en sus horarios para mí, wow, me siento afortunada —me sigue la corriente y sonrío. —Pero, ¿qué hay de Gael?

—Por ser quién me abandonó, haré lo mismo.

Ludmila niega con la cabeza. Me insiste en que le marque para avisarle que pasaré el resto del día con ella. Gael no tarda en contestarme diciendo que usemos protección. La cara se me pone roja como manzana a lo que Ludmila se echa a reír.

—Sí vamos a necesitarlo en un rato —me guiña el ojo —. ¿Sabes? Hace mucho que he querido comprarme algo.

—¿Y qué es?

—Prefiero que lo veas por tu cuenta.

Y es así como termino dentro de una tienda de lencería demasiado candente, no tengo ni donde mirar cuando en cada esquina hay ropa con pocas telas.

—Puedo esperarte afuera —ella tira de mi brazo negando.

—Nop, sé que voy a disfrutar esto.

—Claro, solo vas a provocarme.

Me mira sobre su hombro mostrando una sonrisa siniestra.

—Por supuesto.

Varias miradas femeninas recaen en mi presencia, desvio la mirada en mi mano entrelazada con la de Ludmila y sonrío más de lo habitual. Antes me había dicho que estar en su radar sería imposible y ahora no puedo controlar todas las sensaciones que me causa con tan solo mirarla.

Ludmila analiza cada prenda de ropa, está disfrutando como mis mejillas pasan por una ola de calor.

Cada braga o sostén son de medidas pequeñas y hay algunas que son de tela transparente o simplemente les hace falta.

—¿Te imaginas que use uno de estos? —señala unas de encaje transparente demasiado erótico.

—Te verías muy bonita como siempre —respondo con sinceridad —no importa que estilo de lencería lleves puesto, resaltarías tus dotes femeninos.

Ella se ríe asintiendo la cabeza. No tardamos ni media hora dentro de la tienda, al fin puedo liberar el aire de mis pulmones que tanto retuve.

—Oye, no fue para tanto.

—La cajera te ofreció una oferta de ropa erótica para varones, ¿sabes cual mi reacción? —me señalo la cara haciendo un gesto de espanto —esta, Ludmi.

—Puf, me hubiera encantado verte con esa pequeña ropa mientras me bailas —desliza sus manos sobre mi pecho.

—Tengo un problema de coordinación —me rasco la nuca —en vez de prenderte, te haré reír.

—Ya me tienes bastante prendida —encoge los hombros.

Salimos del centro comercial respirando el aire fresco. El cielo se ha pintado de naranja y rojo en tonos pastel.

—Oh, entonces, será mejor que haga al respecto, ¿no?

—Me gusta cómo suena ese plan caliente.

—Voy a sorprenderte.

La acerco a mi pecho tomándola de la cintura, nuestros labios no tardan en hacer contacto, Ludmila jadea cuando mis manos la presionan sin cortar nuestro beso bastante húmedo.

—Necesito hacerte muchas cosas sucias, Arturo.

«También me gustaría hacer eso».

«También me gustaría hacer eso»

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Dímelo entre besos [COMPLETA]Where stories live. Discover now