Promesa.

110 20 5
                                    


Aclaración: Kai es un adolescente casi en todo el corto, además no le incómoda ningún tipo de contacto físico o algo parecido, pero sufre de una grave depresión. 


---

Él siempre pensaba en esa cabellera albina que alguna vez vio de niño, recordaba perfectamente como esta se movía de una forma hermosa con la suave brisa, el movimiento de los rosados labios del poseedor de esa cabellera albina al decir su nombre, recordaba su voz, tan dulce y llena de vida, en ese entonces, no era consciente de sus sentimientos, con el tiempo lo supo, quería a ese albino de una forma distinta, lo supo luego de que este partiera. 

Él le decía que tendría que irse en algún momento con su madre por problemas que habían entre sus padres, esa confesión le causó tristeza, pero como era un niño no lo entendió del todo, pero ahora, cuando ya han pasado años desde su partida, sabe el valor que ese niño albino tuvo y tiene para él.

Sueña con el día que la promesa que le hizo el día que se fue, se cumpla.

-Volveremos a encontrarnos, ese día, una sonrisa se formará en tu rostro, el día que vuelva deseo que tus ojos ámbar brillen tanto como el sol, quiero ver tus ojos brillar de alegría por una vez, y quiero que esa primera vez que brillen, sea por mi, tengo que irme, pero volveré, volveré por ti, lo prometo, Kai-

Esas palabras viven en su mente, se repiten como una película día y noche, en sus sueños ve al albino volviendo con él, siempre se preguntaba cuando volvería, quería verlo, lo necesitaba. 

---

En mis sueños te veo sonreír para mi.

---

Otro día más, el castaño volvía a su hogar luego de un agotador día de estudios, ya le era habitual el regresar de esa forma, no estaba del todo acostumbrado a los horarios que tenía, muchas veces sentía que no podía más, estaba cansado de eso, ya no lo soportaba, muchas veces llegó a dudar de sí mismo, y de sí era realmente capaz de hacer cumplir sus metas a futuro, se sentía un completo inútil, y quizás lo era. 

Miraba el techo de su habitación, perdido en sus pensamientos, con un nudo en la garganta pensaba si el albino de sus memorias no era sólo un invento de su cerebro para hacerle olvidar la realidad y darle una inútil esperanza a su ser para seguir viviendo, estaba comenzando a creer que esa promesa sólo era un vago motivo para avanzar, sentía que se estaba mintiendo a sí mismo, amando a alguien que realmente nunca existió, entre más lo pensaba más lo creía. 

Mientras pensaba, su mirada se dirigió en dirección a la mesa al lado de la cama, ahí estaba, ese pequeño bote que contenía esas pastillas, esas que debía tomar desde que tenía memoria para evitar sentirse miserable, o por lo menos, menos miserable de lo que regularmente se siente. Extendió su mano hacía el bote y lo tomó con suma delicadeza, se sentó en la orilla de su cama, se levantó, miró el pequeño bote, y lo lanzó a la pared, las pastillas que estaban ahí cayeron al suelo regandose, comenzó a gritar y llorar, ya no podía, ya no quería seguir, sus manos temblaban, sudaba frío, estaba de rodillas en el suelo, seguía gritando de desesperación, el estrés lo estaba consumiendo, y sentía que no tenía salvación, estaba perdiéndose cada día más en su propio dolor. 

Ante los gritos del joven, llegó un señor de cabellos plateados, trataba insistentemente de abrir la habitación del menor, sabía lo que ocurría, y le dolía no poder hacer nada por él, logró entrar, vio al castaño arrodillado en el piso llorando y temblando, llamando entre sollozos a alguien que no podría llegar en ese momento, el señor se arrodilló frente al joven y lo abrazó, el contrario correspondió, y estuvo así por mucho tiempo. 

Cortos ChronoHaul.Where stories live. Discover now