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El extraño chico de la tienda abrió la puerta del copiloto y se sentó en el asiento del prestigioso auto.

-Bonito auto -silbó por la impresión-. Audi TT de tercera generación... unos doscientos cuarenta kilómetros por hora... Excelente. -dijo como todo un amante de los autos.

El tímido castaño entró en pánico.

En ese instante ponía en duda si su decisión fue buena. Con las especificaciones y el tono de voz que uso para definir su vehículo, que lo dejaron perplejo y por una parte emocionado, puesto que él también tenía cierto interés por los mismos, hacía creer que en cualquier momento lo obligaría a bajarse del auto y huir con él. O tal vez exageraba.

«Todo estará bien, él es una buena persona» se dijo mentalmente para sacarse la idea de que parecía un delincuente.

-¡Hey!... ¡Hola! -el de cabellos cobrizos sacudió sus manos para llamar su atención. El contrario se giró para mirarlo-. Llevo rato hablándote, ¿no te dijeron que es de mala educación?

-Oh, sí, sí, lo siento -se sonrojó y dio marcha-. Y... ¿A dónde vas?

-A mi casa -contestó serio para luego explotar de la risa al ver la cara del chico-, yo te guío, sigue derecho. -habló entre risas mientras el joven temeroso asintió y siguió.

Los dos conversaban plácidamente, bueno, prácticamente el único que hablaba era el chico de la tienda, quién comentaba de sus autos favoritos, mientras que el otro formulaba muy pocas palabras, la mayoría eran simples sí, no, igual o genial.

JungKook trataba de decir algo, y su mente estaba en blanco, no sabía que decir, mucho menos como empezar. Su razón, además de su desconfianza, es que había quedado encantado con todo lo que mostraba el chico. Llegó a un punto en el que no quería interrumpirlo, ya empezaba a amar: sus gustos, su voz, la manera de expresarse con mucha confianza, y raramente amó el perfecto rostro del chico, y eso que convivía con muchos modelos, los cuales tenían eso como principal característica, pero él tenía algo especial.

Había perdido la noción del tiempo, pero sabía que llevaban mucho tiempo hablando y por lo que su memoria olvidadiza recordaba, ninguno conocía el nombre del otro. Para dar el primer paso de hablar, optó por preguntar algo muy importante cuando conoces a una persona.

-Quería ese auto, pero era deportivo y a mamá le iba a dar un infarto si lo llegaba a obtener.

-Entiendo... ¿Cuál es tu nombre? -preguntó tímidamente. El otro rió.

-Es cierto, Kim TaeHyung, mucho gusto, niño. -JungKook lo miró confundido ¿Cómo él iba a saber si era mayor que él?

-¿Cómo sabes que eres mayor que yo?

-A menos que hayas vivido más de trescientos cuarenta y siete años, conservando tu imagen de chico lindo como yo, entonces me disculpo. -el dueño del auto tragó pesado con miedo, pues sí le temía a esas cosas, tal vez jugar mucho tiempo en la consola lo dejaron tonto.

-¿Qué?... No. -pronunció con voz trémula.

-Eres un pequeño -aseguró entre risas, las cuales no molestaron en absoluto a JungKook, pagaría por escucharlo reír siempre. Sus carcajadas eran encantadoras-. Y bueno... ¿Cómo es tu nombre, pequeño? -JungKook se sonrojó al decirle de esa manera.

-Mi nombre es Jeon JungKook. -respondió como si se tratara de alguna junta empresarial

-Oh, cuanta elegancia.

Siguieron hablando hasta que al chico le llegó un mensaje a su celular y pudo notar que eran las diez de la noche, su madre seguramente estaría preguntándole cuando regresaría. Y en ese momento cayó en cuenta que llevaba tiempo dando círculos hablando con su nuevo amigo TaeHyung.

RAMÉ ↪ kth + jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora