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En los días de verano se viven historias cortas, pero imposibles de olvidar. Así lo recordaría Jungkook.

—Hyung.

Hacía calor. Era estación veraniega, el sol rendía su momento para brillar y las flores se notaban perfectas. Tal vez era el calor, o los nervios que lo hacían sudar.

Cada segundo que transitaba eran miles de años de tormento hacia sí mismo, en los que se decía mentalmente 'no lo hagas' porque mientras no emitía ninguna palabra y esos ojos lo miraban atentamente esperando una sola cosa en especial, creía sentir una gran liberación de adrenalina y un nudo en la garganta que lo dejaban mudo. Debía decirlo.

—Le quiero.

Soltó lo más rápido que pudo, y aunque pensó que sería liberador, su ritmo cardíaco se aceleró; y podía jurar que si constara de un mal en el corazón, estaría seguro que en un par de segundos caería muerto de un infarto.

Evidentemente, pasó todo el fin de semana pensando en la forma menos vergonzosa de invitarlo a tomar un picnic. Buscó por internet como parecer lo más serenado posible y hasta le solicitó ayuda a sus hyung: SeokJin y YoonGi. Una vez que creyó pasar el bochorno de su vida, cuando al invitarlo a salir el contrario preguntó si podía llevar a su hermano, y luego no encontraba como explicarle que debía confesarle algo muy importante, y prefería que nadie más que el escuchara, no dormía muy bien por las noches al cuestionar sus decisiones. Porque no encontraba la forma de expresar lo que sucedía en su interior. Sin embargo, aunque lo pensó mil y un veces, las palabras salieron sin más.

Los ojos del peligris parecieron dar un "gracias" al oír aquellas palabras, que sí, estaba esperando, pero al instante se tornaron tristes y un poco apagados.

—Yo también te quiero, gukkie.

Sin esperar más, TaeHyung se abalanzó al menor para juntar sus labios suavemente en un tierno y ansioso beso. Porque TaeHyung desde hace mucho quería besarlo y besarlo y besarlo y besarlo más, hasta que sus labios quedaran adormecidos y si era posible hasta que la misma existencia de JungKook desapareciera junto a él a besos. Por ahora debía conformarse con eso.

Realmente ninguno de los dos tenían una idea de lo que querían hacer luego, pero estaban muy felices, tanto así, que el estado de humor de JungKook fue notado en su casa por muchos días y aunque TaeHyung vivía solo, parecía que los objetos que adornaban su hogar bailaban con él.









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Los problemas empezaron a surgir una vez llegó cierta joven a la oficina de JungKook con las esperanzas de ser la esposa del hijo de JungBae. Logró deshacerse de ella pero esta no fue la única vez que llegaron jóvenes a aquel lugar; hijas de decenas de señores influyentes en el país tocaron su puerta con esperanzas, ya que eran llamadas por su padre, pero sólo eran rechazadas una y otra vez.

En un momento, JungBae al ver la cansadora situación, le gritó. Y sabía que hería a su hijo, y también sabía que se hería más asimismo porque jamás le había gritado a JungKook, pero era porque el retoño nunca lo desobedece.

Cuando en un mar de lágrimas y frustración le dijo a su padre lo que sentía, no se imaginó su respuesta.

—No sé cual es tu propósito Jeon JungKook. ¿Avergonzarme ante la sociedad? porque eso es lo que haces. —habría obtenido como respuesta luego de un portonazo.

Por esa razón el castañito lo pensó muchas veces. ¿Era correcto estar al lado de TaeHyung?

¿Realmente valía la pena estar con él?

RAMÉ ↪ kth + jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora