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El primer momento que nos vimos, él era tan solo un recién nacido, su madre había muerto por causas extrañas al igual que su padre

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El primer momento que nos vimos, él era tan solo un recién nacido, su madre había muerto por causas extrañas al igual que su padre. Su abuelo, como última petición llegó al templo y pidió su seguridad. Yo me había negado, no tenía por qué hacer esto, además un bebé sería toda una carga la cual no quería tener.

Claro eso fue antes de saber que el engendro de los Itadori era un Omega, sumando a eso, era mi destinado. La marca en su abdomen no mentía, además de que por primera vez el aroma del de su casta me parecía la más exquisita fragancia que podía existir.

Simplemente acepte por eso, ya que si hubiera sido otro, no me hubiera molestado en ver al bastardo.

En cambio, Yuji se convertiría en mi pareja, la única y especial, mi punto débil y a la vez mi mayor fortaleza.

Aún con todo lo que podía entregar, ¡no puedo entender cómo mierda un niño de cuatro años no quiere bañarse!

- ¡Mocoso del demonio!, acabas de jugar con barro y no quiero que mis sábanas queden sucias, por lo menos no con esa cosa marrón.

- Ño.- Hizo un puchero y giró la mirada evitando la mía.

- ¿Como que no?, si no te bañas no irás al jardín de las mariposas.- Cruzó sus brazos y siguió evitándome.- Con que así estamos ¿eh?, bueno...- Pase la lengua por mis labios y sonreí.- Bien, pequeño mocoso, esta noche dormirás solo...

- ¿Eh?, ¡Ño!

- Entonces bañate.- Sus labios temblaron, clara señal de que estaba dudando, su ceño se calmó y soltó un sonido dando la señal de que aceptó.

- Mjm.- Levantó sus brazos y se dejó tomar para que le de un baño.

Lo llevé a la cascada que estaba cerca de la casa central y sin mucho cuidado lo tiré al agua.

- ¡Suku!- Exclamo enojado una vez que salió agua y se quitaba la ropa.

Entre junto a él y lave su cabello junto a su diminuto cuerpo.

- ¿Domir juntos?

- Si, mocoso, vamos a dormir juntos.

- ¿Hechiceros malo?- Murmuro a mis espaldas mientras esperábamos que la maldición acabara con los intrusos

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- ¿Hechiceros malo?- Murmuro a mis espaldas mientras esperábamos que la maldición acabara con los intrusos.

- Así es Yuji, ellos solo nos quieren separar, pero no temas, jamás dejaré que te lleven.

- ¡Destruyen casa!, ¡malos!

¿Acaso es lo único por lo que preocupo?

- Ven, mejor vamos a dormir, mañana debemos ir al templo.- Me recoste en el futon, abrí las sábanas y espera a que el mocoso entrara. Mis brazos lo recibieron una vez que decidió esconder su cabeza en mi pecho.

- Suku ¿proteger?- Sus pequeñas manos se apretaron dándole una tierna imagen, algo muy parecido a una rata rosada enfadada.

- Si, no dejaré que te toquen.

- Pero, yo morir...algún día.

Ha si, había olvidado la gran habilidad que poseía para diferenciar entre el destino de una maldición y la de un humano. Él tenía muy en claro cuál iba a ser el suyo.

- No lo permitiré. Buscaré la manera...

Afuera de la habitación se podía sentir unas increíbles energías malditas chocando entre sí. Si comenzaban a llegar más de ellos, la casa se transformaría en un cementerio de hechiceros.

Y no quería que Yuji viera eso.

Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔Where stories live. Discover now