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Valentina sigue riendo mientras yo sobo mi oreja roja.

Jamás había recibido un regaño de Lupe.

Ella nunca se enojaba, la única vez que la vi "molesta" fue cuando una niña mayor que yo me había golpeado y su madre solo había dicho que era juego de niños.

Pero el sermón que acabo de recibir fue mucho peor de lo que alguna vez le había dicho a esa señora. Literal echaba humos por las orejas. Y para rematar jaló mi oreja, no lo hizo de manera brusca pero esta quedo roja y caliente, no me dolía pero aún seguía sorprendida.

"Esas no son horas de llegar jovencita y mucho menos si no avisas"

—Deja de reír.— le digo a Valentina.

Esta se detiene por unos segundos y vuelve a largar una carcajada.

—Tuviste que ver tu cara de asombro.— se tocaba con las manos el estómago.

La ignoro porque su burla hacia mi sigue de largo.

Desbloqueo mi celular y una mueca de tristeza adorna mi rostro.

Ninguna llamada. Ningún mensaje.

Tomo una rápida ducha sin mojar mi cabello.

Salgo y saco las extensiones de mi cabello. Veo a Valentina extendida en un lado de la cama. Creo que su ataque de risa era por lo que había tomado. Y encima no se había quitado ni la ropa ni el maquillaje.

Seguí con mi rutina y en unos minutos ya estaba lista para ir a la cama. Sin embargo agarre el bolso que seguía tirado en una esquina de mi habitación y me fui a sentar al pequeño sofá que estaba en el balcón.

Volví a agarrar mi teléfono y busque su contacto.

Que le costaba llamarme o enviarme un mensaje para saber que estaba bien.

Definitivamente a mi madre no le importaba. Y estaba segura que si le marcaba o le dejaba un mensaje no contestaría y no solo por la hora sino que simplemente me ignoraba.

Seque la primera lágrima que rodo por mi mejilla y agarre el bolso que reposaba en mis piernas. 

Saque la pequeña caja. El regalo de Ruggero seguía ahí.

El recuerdo de su cuerpo tirado en el suelo y las peticiones de que no me aleje vuelven a mi cabeza.

Lo que sentía por Ruggero era raro para mí y no quería que la sensación de ser tratada bien por alguien lejano a mi cerrado círculo de seres queridos sea confundido por un enamoramiento.

Además que el tonto miedo y la falta de valentía por decirle la verdad se apoderaba de mí.

Aunque pensándolo bien él era una persona relajada.

Pero no creo que te guste saber que la persona con la que te estas conociendo te esté mintiendo.

Aleje todo tipo de pensamiento y me concentre en la cajita.

Le quite el pequeño listón y la abrí.

Era algo hermoso.

La poca iluminación que llegaba al balcón fue suficiente para apreciar tan lindo detalle.

Había estado concentrada en mi lámpara de bailarina que no había notado que era lo que estaba comprando.

Lo saque de la caja.

El pequeño girasol reposaba en mi mano, y eso no era todo. Se lo podía abrir y el mensaje de su interior me conmovió.

"You are my sunshine"

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