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Saben qué es lo peor de encontrarse con alguien que no te cae bien y para completar los padres de ambos se lleven de maravilla. Exacto, estar sentada en un "cómodo" desayuno en el que solo los mayores están hablando de negocios.

La mirada de Damián es constante mientras yo intento terminar de comer e irme lo más pronto posible. Acción que veo difícil pues creo que mamá no lo permitiría.

Además si le agregamos que Ruggero me está enviando mensajes pues mi mente esta aún más ansiosa por irse de aquí.

—¿Es verdad Karol?

La voz del señor Robín me saca de mis pensamientos.—¿El qué?

Siento la mirada de mamá por no estar prestando atención.

—Que seguirás los pasos de tu madre y serás la futura encargada de la empresa.

Claro que no.— Por supuesto.— me limito a decir.

Ellos siguen en su conversación.

De repente siento un pie sobre el mío. Miro rápidamente a Damián quien tiene una mano sobre su barbilla, acariciándola. Su sonrisa es más grande aún. Y en mí se presenta la ira.

Se supone que yo solo venía a escuchar una cansada convención y regresaría a México, nadie me dijo que el desayuno estaría incluido.

El idiota sigue creyéndose con el derecho de tocarme con su feo pie. Por lo que levanto el mío y un pisotón es lo que se gana. Me levanto de la mesa, limpio mis manos y agarro mi bolso.

—Mamá, debo retirarme a alistar mis cosas para ir a casa hoy.

Ni sé de qué cosas hablo si no he sacado casi nada de mi maleta.

Su mirada es severa, diciéndome que me vuelva a sentar. Pero se limita a sonreír y asentir. Me despido del señor Smith y solo le doy un asentamiento de cabeza a Damián por pura cortesía.

Como aún es temprano para ir al aeropuerto, paso mi tarde comprando ropa y regalos para los demás. Los últimos minutos los paso sentada en la banca de Hyde Park.

A la distancia puedo ver a niños jugando son sus madres y a una pareja de viejitos dando de comer a las palomas. Todo el mundo se ve muy tranquilo.

Pero no todo dura. Pues de repente mi visión se percata de como inicia la desesperación de una chica. Se ve muy joven.

Grita el nombre de un niño; Jerry.

Todos los demás se detienen a ver qué sucede. Hasta los niños dejan de jugar.

Y cuando menos lo noto ya estoy cerca de la chica. Ella pide ayuda, pero no se le puede entender.

—Necesitamos que te calmes y nos expliques que sucede.— le dice un señor.

—No encuentro a mi niño, solo me descuide unos minutos para buscar su jugo favorito.

Alza su mano temblorosa con un vaso de jugo de arándano.

Toda la gente empieza a llamar al niño, incluyéndome. Pero necesitamos más información, por lo que una señora se acerca a ella para preguntarle cómo es su hijo mientras su esposo llama a la policía.

Es un niño de cuatro años, tez blanca, ojos azules y cabello castaño. Viste una camisa azul y pantalón negro, además de que lleva con el su mochila favorita.

La siguiente media hora nadie encuentra nada, ni siquiera la policía que está dando aviso a todas las centrales. Mi celular empieza a vibrar pero ignoro cualquier llamado. Necesito saber que el niño este bien con su madre. Hablando de ella, tuvieron que darle un sedante porque estaba a punto de sufrir un colapso nervioso.

Backing ForbiddenWhere stories live. Discover now