1

308 25 15
                                    

—L-Lo siento. No seré obsesivo si no quieres... ya no lloriquearé más. Así que por favor no me dejes. No me dejes aquí.

—Ray, no voy a irme —negué con la cabeza mientras seguía mezclando la masa del pastel—. Lo que dije ayer ya no lo pienso hoy. Y probablemente lo que diga hoy ya no lo piense mañana. No le tomes mucha importancia a mis palabras.

Él pareció entenderlo, pues su expresión se relajo y pasó a inspeccionar la cocina con la mirada.

—Ese pastel... ¿es para mí? —Sus ojos brillosos impidieron que pueda decirle la verdad—. Suemy, ¿estás haciendo un pastel para mí?

—Uh, yo... —traté de hablar, pero nada salía de mi boca.

—Hoy se cumplen cuatro meses desde que te dije... eso. ¿Lo recordaste?

Desde que me dijiste que estabas enamorado de mí. Lamento no entender muy bien el amor, Ray.

—Este pastel es para Rika —contesté. Sus labios se fruncieron hacia abajo y soltó una risa nerviosa—. Quería disculparme con ella por no haber podido ser lo suficientemente valiente. No quiero que piense que mi fe es débil.

No empatizaba muy bien con las personas. Rika no era la excepción, pero gracias a ella tenía un hogar. Ray era la única persona por la que, extrañamente, sentía ganas de comprender. A pesar de no poder hacerlo del todo bien, mi esfuerzo era evidente. A veces, incluso forzado.

—Si ella pensara que tu fe es débil, no te habría dado la misión más importante de todas. —Ray trató de darme ánimos, pero su tono nervioso me hizo dudar más—. Suemy, ¿puedo hacerte una pregunta?

Asentí restándole importancia y me concentré en la masa. Preparar postres era uno de mis pasatiempos favoritos. No era de complexión delgada, y comer muchos postres no ayudaba a eso, pero tampoco me sentía mal al respecto. No tenía tiempo para preocuparme por cosas así.

—¿Por qué aún no me das una respuesta? —La voz temblorosa de Ray me hizo soltar aire por la nariz tratando de no rodar los ojos.

Me hacía esa pregunta cada día.

—El silencio también es una respuesta —contesté alzando los hombros—. ¿Ray? —lo llamé después de no oírlo hablar por un largo rato.

—Oh, perdón. Es que... quería saber si con mi silencio podías saber cuantas ganas tengo de oír qué piensas. Como dijiste que el silencio también es una respuesta.

Dejé el tazón a un lado y volteé para enfrentarlo.

—Porque no entiendo mis propios pensamientos —respondí, segura—. Si te digo que también me gustas, voy a terminar destruyéndote. El elixir bloqueará mi raciocinio y podría decirte que te odio, que preferiría que estés muerto. No quiero eso para ti, Ray.

Él se quedó en silencio durante un rato como si mis palabras lo hubieran confundido más.

—Pero yo puedo soportarlo. Si así estamos juntos, puedo aguantarlo. ¡Seré fuerte! ¡Lo juro!

—¿Saeran también lo será? —interrumpí antes de que continuara insistiendo en algo que ya había analizado miles de veces—. Si le digo una palabra hiriente a Saeran, es capaz de...

—Lo sé. —Ray bajó la mirada—. Pero yo no soy Saeran. Es decir, tal vez tengamos el mismo cuerpo, pero... Yo... tengo miedo de que termines enamorándote de uno de ellos. No sabes lo hipócritas que son. Te dirán cualquier mentira con tal de...

—Dudo poder enamorarme de alguien algún día, Ray. No completamente. No mientras siento que mis pensamientos se dividen en dos y cada uno lucha por no asfixiarse ante del otro.

Miel y Flores «Mystic Messenger»Where stories live. Discover now