тωσ

1.5K 229 46
                                    




Minho tenía diecinueve años, Seungmin diecisiete por ende eso convertía al chico de ojos gatunos en el adulto responsable en aquella fiesta. Adulto responsable que perdió al menor apenas pusieron un pie dentro del lugar, es decir, no lo perdió en sí, tan solo estaban distanciados. Changbin ni bien llegaron al lugar puso los ojos en el menor y cuando tuvo la oportunidad se lo llevo con él, Minho podía verlos a lo lejos pero no tenía las agallas para acercarse.

Ya saben, ellos querían al bonito, no a el raro.

—Deshonrado tú Seungmin, deshonrado tu perro y tu descendencia –gruñó. Se abrió paso entre la gente que estaba alrededor, llegó a la cocina buscando algo que tomar. —¿Tendrán agua?

No es que Minho no tomará, claro que lo hacía pero bueno, manejar y beber no era una idea que si quiera debía considerar.

—¡Minho! –sintió los brazos del chico rodearlo. Se removió ágilmente y se alejó, el chico puchereó. —¿Ya no me quieres?

—¿Cuándo lo hice? –El chico alto soltó una carcajada. —¿Qué quieres Hyunjin?

El pelinegro encogió sus hombros. Es decir, Minho no odiaba a Hyunjin, lo estimaba pues después de todo había sido su primer novio, el típico chico que conoces un día en un campamento de verano, se gustan, se dan un beso, juran amarse y luego... luego llega la realidad. No fue exactamente así pero por ahí va la historia.

Hwang Hyunjin era jodidamente atractivo, sus cabellos ahora eran largos y teñidos de un castaño casi rubio, sobrepasaba el metro setenta pero no lo suficiente para llegar al metro ochenta, era un intermedio. Sus ojos color verdes hacían contraste con su piel acanelada, definitivamente Hyunjin era algo que tus ojos agradecerían por ver.

—Solo quería saludarte, ya sabes...–sonrío. —Además estas solo, ven conmigo y mis amigos.

—¿Se te olvida que soy el bicho raro del instituto? –Hyunjin bufó mientras ponía los ojos en blanco y se dejaba caer sobre los hombros del más bajo. —Ey, pesas.

—Minho, no eres el bicho raro, solo te cuesta socializar como me pasaba a mí a los diez años...–El rubio posó sus ojos sobre el castaño esperando que diga algo más. —Es raro que aún no lo superes pero... no eres raro. Sí lo dices porque Changbin es medio idiota y te llama así, ignóralo.

El rubio negó, claro que no era porque Changbin lo llamaba así desde hace dos años, claro que no. Bueno, quizá eso si influía un poco en que Minho se sienta más fuera de lugar de lo que ya lo hacía.

—Changbin es medio cabezota pero es buena persona, además, le gusta a tu amigo... deberás tolerarlo más que nosotros si todo se da bien entre ellos.

Suspiró, ya se había echado al dolor de que Seungmin y ese pequeño de cara triangular andarían besuqueándose en su cara en algún futuro cercano.

—Cállate ¿sí? –Hyunjin rio mientras encogía sus hombros. —Te voy a acompañar, solo porque Seungmin está ahí.

El más alto sonrío en grande mientras tomaba al mayor de la muñeca para empezar a halarlo hasta la mesa donde se encontraban todos.

—Espera, yo venía por una bebida.

—En nuestro lugar hay muchas, tendrás hasta para elegir –sonrío de una manera lobuna que asustó al mayor.

—¡No tomo! –Fueron sus últimas palabras antes de perderse entre la gente que se encontraba bailando.

Hyunjin realmente no había mentido, en aquel lugar tenían demasiadas bebidas, aunque agradecía que no todas eran alcohólicas así que ahí estaba Minho, entre Bangchan comiéndole la boca a JeongIn y Hyunjin coqueteándole al pequeño de pecas que iden...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Hyunjin realmente no había mentido, en aquel lugar tenían demasiadas bebidas, aunque agradecía que no todas eran alcohólicas así que ahí estaba Minho, entre Bangchan comiéndole la boca a JeongIn y Hyunjin coqueteándole al pequeño de pecas que identificaba como Lee Félix. Seungmin por su lado bailaba con el chico que le gustaba, lo único que podía agradecerle al enano molestoso es que no le permitiera al menor posar una gota de alcohol en su boca.

Sus ojos pasearon curiosos por su alrededor hasta que se toparon con aquel chiquillo molestoso que tenía de vecino y apenas le vio sonreír burlón, bufó mientras ponía sus ojos en blanco. Se colocó sobre sus pies rápidamente dispuesto a huir de ahí pero el menor fue más rápido.

—Ey, gatito tonto. —Minho se tensó en su lugar mientras sentía la mano del menor en su hombro. —¿Ya te vas? –arqueó una de sus cejas mientras observaba de pies a cabeza al rubio que ni se inmutaba. —Ven, bailemos.

—No bailo –Se quería golpear mentalmente, Jisung lo había visto bailar exactamente hace dos días por su ventana.

—No te creo, ven...–haló su brazo mientras caminaban a un pequeño espacio entre la improvisada pista de baile en el lugar. —Vamos Minho, baila.

El rubio suspiró mientras se movía lentamente, algo tímido y torpe haciendo a Jisung reír.

—Vamos gatito, muévete.

Minho gruñó ante el apodo del menor haciéndolo reír nuevamente, detestaba ese mote que le había puesto sin motivo alguno.

—¿Al gatito no le gusta que le digan así? –sonrío ladino mientras se acercaba al rostro del mayor.

El rubio retrocedió golpeando su espalda con alguien, volteó rápidamente para disculparse pero al notar lo altamente embriagado que estaba la persona lo dejo pasar.

—No vuelvas a hacer eso. –La molestia era netamente palpable en su voz, Jisung bajo la mirada apenado. —Permiso.

Logró tomarlo de la mano antes de que se aleje de él totalmente y lo acercó a su cuerpo mientras este seguía el ritmo de la música.

—¿Quizá te falta un poco de valor? –levantó el vaso que tenía en su mano, vaso que no tenía ni idea de donde habría salido. —Solo un poco.

Minho negó tratándose de alejar nuevamente de él pero su cuerpo no respondía, no sabe ni siquiera en que momento sus manos se habían posado en las caderas del pequeño que realizaban un pequeño vaivén por el ritmo que seguían.

—Esta noche no tomo –sonrío ladino, sus manos apretaron las cinturas del menor haciéndolo sonreír.

—Solo un poco, no hará daño. –Acercó el vaso a los labios del mayor quien vaciló un poco pero al toparse con la mirada desafiante del menor dejó al líquido ingresar en su boca. —Que buen gatito.

El más alto sintió el líquido prácticamente quemarle la garganta y entrañas, se alejó tosiendo un poco buscando así calmar el ardor que sentía; sus ojos se posaron en el de cabellos azules quien no le dejaba de sonreír. Minho no sabía que contenía aquel vaso y mucho menos sabía, que, a raíz de esa noche, su vida empezaría a ser un poco más caótica de lo que era.

нєу, ѕιℓℓу кιтту - мιηѕυηgWhere stories live. Discover now