Capítulo Diecisiete

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América y yo, tomados de las manos, escuchábamos todo lo que el pastor Emilio tenía para decir. Sus palabras eran alentadoras, y estaban cargadas de sabiduría. A lo largo de mi vida, este lugar, esta iglesia, había sido mi lugar favorito en todo el mundo. Cada domingo con mi familia era inolvidable, la casa de Dios, que también era mi casa me transmitía seguridad.

Cuando América y yo salimos fuimos directamente a la fuente en la que habíamos compartido tantos recuerdos. En ese lugar reímos, nos contamos cosas importantes para el otro, en ese lugar nos despedimos y lloré tanto que creo que rellené un poco la fuente con mis lágrimas.

—Gabriel, hijo—la voz de mi padre nos hizo voltearnos de inmediato. América soltó mi mano con la intención de irse.

—Será mejor que los deje solos. Seguro que tienen mucho de que hablar—se dispuso a marcharse pero mi padre la detuvo.

—No, América. Quédate, también tienes que escuchar lo que tengo para decir—entonces ella sin pensarlo volvió a tomar mi mano.

—¿Qué pasa papá?—pregunté al fin.

—Primero que todo te pido perdón en nombre de mi mujer, América, se que a veces con sus palabras puede lastimar mucho. También lo siento por quedarme de brazos cruzados ese día hijo.

—No se preocupe señor. Creo que de alguna manera la entiendo—contestó América y papá le dio una mirada de agradecimiento.

—Hijo, espero que puedas tener un poco de paciencia con ella, ya sabes como es. Intentaré convencerla de alguna forma. América es una buena chica, lo veo en sus ojos, es sincera y se que a su lado podrás ser inmensamente feliz. Siempre seré tu padre y estaré orgulloso de cada decisión que tomes. Estaré aquí para aconsejarte y para ayudarte, nunca lo dudes—dicho esto nos abrazamos.

Las palabras de mi padre me emocionaron mucho. Eso significaba que no todo estaba perdido para mi familia.

Encontrando mi sonrisa [Sonrisas Parte II] [Cristiana]✅Where stories live. Discover now