Encontrando mi sonrisa [Sonrisas Parte II] [Cristiana]✅

Capítulo Dieciocho

Las semanas pasaron y todo iba mejor que bien con América, gracias a Dios. Pero la cosas con mi madre estaban igual. No nos hablabamos y si nos veíamos, ella me ignoraba, aunque yo tampoco me acercaba a ella.

Al ver que ninguno de los dos quería dar su brazo a torcer mi papá hizo un plan del que me enteré cuando ya todo había acabado. Nos invitó a mi novia y a mi, a almorzar un sábado, lo que no sabíamos era que mi madre también iba a estar allí. Así que cuando llegamos y ella nos vio juntos de la mano, la cosa se puso muy incómoda.

Intenté no mirarla e ignorarla y eso fue un poco difícil, una vez más me tragué mi orgullo y me disponía a hablar cuando ella nos sorprendió a todos diciendo: —Lo siento. Siento haber sido tan cruel con ustedes dos. América, perdón por lo que te dije y por como me referí a ti. Ahora me doy cuenta de lo feliz que es mi hijo contigo. Lamento no haberlo aceptado desde el principio, pero he aprendido de esta situación, así que nunca más juzgaré a alguien como lo hice contigo. No dejaré que mis prejuicios vuelvan a hablar por mi.

—No se preocupe, me alegra de que lo haya pensado mejor—dijo América. Papá se mantenía en silencio observando a mi madre con una sonrisa, fue entonces cuando ella me volteó a ver.

—Mi hijo, mi querido hijo, lo siento mucho y espero que nunca más nos distanciemos por cosas tan tontas como las que dije. Prometo que intentaré dejar de agobiarte para que puedes decidir por ti mismo y quiero que sepas que en mi siempre encontrarás un apoyo.

—Yo también lo siento—me escuché a mi mismo decir—yo te ignoré, y esa tarde te grité y te traté muy mal—ella me dedicó una sonrisa tranquilizadora, que me dejaba saber que todo estaba bien.

—Bueno, ahora que ya todo está arreglado, ven conmigo América. Te mostraré fotos vergonzosas de Gabriel cuando era pequeño.

—¡Mamá!—exclamé divertido.

Sin duda esa fue una maravillosa tarde, y fue increíble porque mi familia ya estaba unida y con un nuevo miembro en ella: América, la chica que, sin dudas, Dios escogió para mi.