Lo Que Soy

4. De violadores y asesinos

Un monumento de poco mas de 1.80 cm cabello oscuro cejas pobladas sobre unos ojos azules intensos, nariz perfilada del tamaño perfecto para esa cara hermosa rodeada por una barba al ras, de esa cuidada y alineada que enmarca de manera sexi una mandíbula poderosa, pegada en armonía a un candado que rodeaba una boca de labios que no eran gruesos pero que lucían apetitosamente rosados.

Recorrió con su mirada mi cara y luego por mi cuerpo de arriba abajo y de vuelta a mis ojos, y sonrió, madre del amor hermoso allí iban a toda velocidad y pasaporte en mano mis bragas prendidas en fuego huyendo sin retorno hacia la frontera más cercana.

- Hey guapa ¿tranquila de acuerdo?, no te asustes ya se ha ido el idiota ese, estas bien ok. – me dirigió de regreso al banco donde estaba sentada y pidió un vaso de agua a Luigi que sabrá el cielo en qué momento de todo el asunto se había acercado de nuevo.

Tome mi agua con calma intentando adueñarme nuevamente de mis funciones cerebrales, coloque el vaso en la barra y me gire para mirarlo. – Gracias – le dije con voz grave porque cuando uno tiene un monumento de ese nivel frente a ti tu cuerpo decide ser zorra de manera autónoma y le sale la voz de excitación aunque una no quiera.

- No te preocupes ha sido un placer, -contesto con una media sonrisa- tienes rato aquí era cuestión de minutos que alguno saltara a la caza.- y le hizo seña a Luigi para que trajera dos tragos.

- Sí creo que lo mejor es que me vaya.

- No espera, ya Nathan debe estar por llegar. -Dijo mirándome de manera amable, mientras yo funcia el ceño por no saber de que estaba hablando.

- No sé quién es Nathan – le dije mientras veía como su mandíbula se tensaba y miraba a varios lados mientras daba un trago a su copa.

Frunció un poco el ceño mirándome con cautela_ ¿A quién esperabas? si puedo saber – dijo colocando su vaso sobre la barra, su tono reflejaba una demanda de información, no era un reclamo pero tampoco parecía hacerlo de manera desinteresada o con vergüenza de parecer curioso, en su lenguaje corporal se podía ver claramente lo seguro de sí que se encontraba, tanto con el mismo y hasta con la situación, no puede dejar de pensar, este hombre está aquí con una mujer que no conoce y que espera a otra persona y no mostraba ni una sola pizca de duda o inseguridad.

- Espero a mi amiga Megan, quedamos en vernos aquí pero no llega. - Dije mientras echaba otro vistazo a mi celular con la esperanzada de conseguir un mensaje de ella, ya empezaba a preocuparme, Megan no me dejaría colgada nunca, algo importante debía haber pasado.

- Pues –Dijo tomando mi copa de la barra y ofreciéndomela – te acompaño hasta que llegue Megan- y sonrió como si esa fuese una excelente idea.

- No es necesario, no quiero estropearte la noche, creo que me iré a buscarla ya estoy preocupada, gracias por ofrecerte de niñera, – dije bromeando porque me parecía lindo que se preocupase por no dejarme sola, en ese momento un cometa de color fuego se me echo encima abrazándome.

Gracias al cielo era Megan no le había pasado nada e iba a poder matarla yo misma – ¿Dios santo pero dónde estabas?... – Le reclame

- Lo siento, Sami lo siento, se me ha presentado algo y estoy liada no se qué hacer - Dijo haciendo pucheros y no pude disimular mi sorpresa porque Megan jamás, nunca, nunca me dejaría colgada, nos miramos a los ojos, teníamos una de esas amistades que no necesitaban palabras, pude verlo en sus ojos, otro plan... alguien se había presentado y ella quería ir, había venido, claro que había venido, era su manera de decir "tú eres más importantes que esto, si dices no, es no" pero ese brillo en su mirada nunca lo había visto allí, me tenía tomada de los hombros mientras me veía directo a los ojos, su respiración era agitada tal vez por su impetuosa llegada o tal vez era emoción, entrecerré mis ojos porque necesitaba decirle que me estaba dando cuenta de que sucedía algo extraño y la sonrisa inmensa que expreso su rostro fue la aprobación.