Diez

421 59 6
                                    

Porqué bailamos en el medio de la pista

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Porqué bailamos en el medio de la pista...

¿Porqué tuve que ser tan idiota cómo para venir a verte?, ahora gracias a mi incompetencia me tienes atado entre tus largas y esbeltas piernas, todo por volver a bailar contigo en el medio de la pista de colores.

—Meliodas, aunque sea déjame quererte esta noche.

Me susurraste al oído cómo si fuese el mayor de los secretos, gateaste hasta mi pelvis y bajaste el cierre de mi pantalón.

—Ellie, n-no me hagas esto, por favor.

Te rogué temeroso, no de tus caricias si no de mi temor a que mi corazón terminase de quebrarse por tus juegos confusos. No dijiste nada y entres tus blancas y delgadas manos tomaste mi doloroso bulto, apretándolo con dedicación.

—Solo recuerda que algo nos une.

Murmuraste, para luego sacar mi miembro y estimularlo a tu antojo, de arriba a bajo, de lado a lado haciéndome morder mis labios para no otorgarte mis gemidos, pues pensaba que no los merecías.

—No seas un niño malo, deja que mami escuche cómo te sientes.

Me dijiste con un tono sensual que me hizo temblar de placer. Tocaste la punta de mi masculinidad y sin previo aviso lo introdujiste en tu armoniosa boca haciendo que mis manos apretaran las sabanas de tu suave cama.

—Mhm, ¡uh!, ¡ah!

Lo hacías tan bien que mis gemidos no pudieron ocultarse más; subías y bajabas pretendiendo que te embestía, con rapidez acune tu cabeza entre mis manos, enredando mis dedos en esa corta cabellera de plata para luego ayudarte a darme más placer.

—Joder... Ellie, ¡ahhah!

No podía evitarlo, te aferrabas a mi asta palpitante como si fuera una paleta, lo lamías, mordías y chupabas la punta con una cara de relajación que con tan solo verte sentía que podía venirme. 

—Eres un niño muy bueno.

Me halagaste y luego volviste a consentirme; bajaste tu ropa interior, desabrochaste los listones de tu lencería y con lentitud te sentaste sobre mí, introduciendo mi largura en tu bendito interior.

—¡Oh, Meliodas!

Amaba cuando decías mi nombre al hacer el amor, me encantaba tu rostro salpicado en sudor, amaba tu sonrisa ladina cada que tu cuerpo bajaba por mi masculinidad.

—¡Ellie, ahhh, más preciosa, salta para mí!

Me obedeciste sin objetar, saltando en mi cómo si fuera una atracción, haciendo que mis piernas temblaran de placer y mi cuerpo se arqueara de deseo ante tu cuerpo. Tome tus caderas, luego tus glúteos y con sincronización moví mis caderas dándonos más placer.

Eras tan buena en todo, tan hermosa para ser real, tan lujuriosa y bendita como una Diosa traidora; amaba todo de ti, tanto que por mi mente paso la idea de dejarte, no soportaba ver tu rostro y recordar tu engaño, pero, ¿Qué harás sola y con un niño?

Eras tan buena en todo, tan hermosa para ser real, tan lujuriosa y bendita como una Diosa traidora; amaba todo de ti, tanto que por mi mente paso la idea de dejarte, no soportaba ver tu rostro y recordar tu engaño, pero, ¿Qué harás sola y con un n...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Bloody Ellie ¦ Melizabeth ©Where stories live. Discover now