Resfriado

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Jackson cumplió su promesa y aunque ya no iba tan seguido siempre nos veíamos los lunes y algunos viernes

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Jackson cumplió su promesa y aunque ya no iba tan seguido siempre nos veíamos los lunes y algunos viernes.

Pero hoy era lunes y eso sólo significa una cosa: maldita escuela, al llegar ya estaba Lu con los gemelos jugando pelota con un chico... el chico era la bola.

—Juegas —sonrió Lu lanzando al chico a Bob.

—Con gusto —asentí.

Rob me lanzo el chico pero al llegar a mi me moví haciéndolo caer, se dió un buen golpe y prosiguió para irse gateando.

Lu llegó riendo para chocar puños conmigo y seguir con los gemelos, cuando íbamos camino al salón sentí el agua helada caer sobre mi con la botella cayendo a mi lado.

Me había mojado por completo, observé la botella y no hacía falta saber de quien era al ver el inmenso Sticker de pato.

—Lo siento, de verdad fue un accidente —gritó Invierno desde arriba.

Tomé la botella para subir con los chicos tras de mi, ahí estaba él usando como escudo a Perry.

—De verdad fue un accidente... yo... por favor no me mates —suplicó.

—Eso ya lo hace el cáncer —susurró Lu riendo.

Me quedé mirándole por unos segundos para devolverle su botella.

—Ten más cuidado, Inviernito —guiñe.

Me giré para irme con los chicos tras de mi como siempre.

—Joder te estas haciendo blando con él—se quejó Lu.

Me detuve para mirarle, golpee sus cachetes de bebé que aún tenía para sonreír.

—Eso nunca, solo velo —señalé.

Así es estaba por explotar y eso era gracias a las tácticas mentales que me habían enseñado los chicos, "No le des importancia a lo que haga por molestarte, ignóralo, si demuestras que te importa él gana"

Juntarse con mayores tenía sus ventas, pero eso si me pase todo el día temblando y con un frío tremendo hasta que llegue a casa para cambiarme por algo por fin calientito.

Mamá me llevo como siempre, al llegar estaban todos.

—Hola hermano —salude a Rick quien estaba bien tapado, las últimas semanas no habían sido las mejores para él.

—Hola hermanito —sonrió cansado, las ojeras en su cara eran enormes y sus ojos azules cristalinos por la enfermedad— ¿Cómo te fue hoy?

Me senté a su lado en el sillón a lo que me abrigo con su cobija.

—El imbecil me empapo de agua helada —conté— pero funciono ignorarlo.

—Te lo dije —asintió Damian repartiendo— por cierto cuando planeabas decirnos que el imbecil es Winter Jones.

Crónicas de un amor futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora