En Mis Sueños

Capítulo 45

Sorcha se marcha de ese local llena de incertidumbre, haciéndose miles de preguntas y con un mal sabor en su boca al igual que en todo su cuerpo. Y es que no sale de su asombro, sigue petrificada por las palabras que la abuela de su amiga le ha contado. Por todas las malas sensaciones que recorrían su alma cada vez que esa anciana se acercaba a ella y tocaba sus manos.

"¿Un hada, realmente esa mujer cree qué es un maldito hada?", se lleva las manos hacia su pelo y deshace su moño llena de desesperación. Se lo quita creyendo que así desaparecerá el dolor de cabeza que le ronda desde que entró en esa dichosa tienda, pero no hace el efecto que ella esperaba.

"¡Mierda! ¿Vas a hacerle caso a esa anciana, mal de la cabeza por el paso de sus años? ¿Realmente te has creído algo de lo que te ha contado?", se pregunta una y otra vez sin poder dar crédito a todo lo que ésta le contó.

"Es imposible hacerlo", mueve de un lado a otro su cabeza en modo de negación. "No puedo creerla y menos cuando me dijo que era hija de dioses", ríe al no poder darle nada de sentido a esa demente historia.

—¡Joder, y luego soy yo la que necesita a un psiquiatra! —habla más alto de lo que pretende por perder todo ese tiempo ahí con ellas y por hacerle caso a su amiga.

Mira a su alrededor y es cuando se da cuenta de que el día ha caído y con él ha llegado la oscura y fría noche, no tiene ni idea de cuantas horas ha estado ahí metida con la familia de Patricia, pero se arrepiente enormemente de haber venido.

Ahora que ha salido de ese sitio, su cuerpo va experimentando que está un poco mejor, y es que a medida que se va alejando de ese lugar, nota como su malestar y esa gran pesadez que tenía en el estómago, van desapareciendo como si de arte de magia se tratara.

Decide ir caminando para despejarse, necesita apartar de su mente a todas esas historias que la están martirizando lentamente. Sabe que el hotel no está tan lejos, y es que recuerda muy bien el recorrido cuando cogió el taxi y la dejó frente al local.

Se adentra entre las pequeñas y estrechas calles sombrías llenas de adoquines, mojadas por culpa de la fina lluvia. El alumbrado eléctrico apenas ilumina unos metros, pero ella continúa con paso firme y decidido como si ya las conociera, como si de alguna manera hubiera paseado por ellas.

"¡Diablos, sé que esto lo he vivido antes! ¿Pero... cómo lo se?", se dice una y otra vez al reconocer cada local por el que va pasando sin dejar de contemplarlos.

Unas ráfagas de aire caliente y cargadas de recuerdos, llegan hacia ella desde la misma nada, entrando en su mente de una manera sobrehumana y con mucha potencia. Haciendo que se tenga que agarrar a una de las paredes para seguir manteniendo el equilibrio. Las incesantes imágenes colmadas de tanta pasión, saturadas de besos y de hermosas palabras, se repiten una y otra vez en sus endiablados pensamientos. Las ardientes imágenes de Kellan con ella en esa misma calle, hacen que vibre como si fuera un volcán a punto de estallar. Puede sentir cada escena como si las reviviera en ese mismo instante, éste está besándola de todas las maneras posibles y en cada esquina, en cada rincón.

Sorcha por unos segundos cree que no podrá soportarlo más, que se desplomará de un momento a otro con todo lo que está sucediendo. Se lleva a una de sus manos hacia su corazón por la opresión que siente dentro, hasta casi dejarla sin sentido, sin apenas aliento.

"¡Oh Dios! ¡Tú y yo hemos estado aquí!", piensa realmente convencida de lo que le está sucediendo. "No son solo sueños, no estoy loca, dime que no lo estoy Kellan".

Cuando por fin cree recobrar parte de su aliento y de que cesan todos esos recuerdos, vuelve a caminar, llegando así a otro de esos pequeños y estrechos callejones como puede. Y es que sigue extasiada por culpa de todas esas imágenes, se para para poder respirar por culpa de su acelerado corazón. Es cuando escucha el barullo de todas esas personas gritando y silbando como si fuesen realmente salvajes sacados de otro siglo.