Capítulo 7: La Contienda

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Daniel estaba plácidamente dormido en su cama, cuando de pronto se despierta abruptamente y observa a la oscuridad del lugar en un profundo silencio. Luego de un rato, éste se da cuenta de que estaba en su casa, la de su mundo natal.

La sorpresa y la confusión invaden su rostro de manera instantánea mientras comienza a mirar a su alrededor, buscando confirmar sus sospechas. Girando su cuerpo, Daniel se queda sentado al borde de la cama, donde razona en sus pensamientos:

—(¿Fue... todo un sueño? No, no lo creo. Todo fue tan... real).

Asumiendo que volvió, Daniel se levanta para realizar la primera tarea que hacía todos los días: Sacar a su perro.

Éste lo llama por su nombre, pero no aparece por ningún lado. Le pareció aún más raro que su mascota no lo haya despertado como siempre solía hacerlo, así que se dispuso a salir del cuarto para averiguar en dónde estaba su mascota.

Daniel sube las escaleras, entra a la cocina, al baño y otros rincones. Había explorado cada lugar de su casa familiar y no encontraba a nadie. Sin duda era algo extraño.

Éste se asoma por la ventana del segundo piso y ve en el exterior que todo transitaba con normalidad: Gente yendo de un lado para otro, la calle congestionada de autos que desprendían el horrible sonido de sus bocinas, incluso pudo avistar algunos rostros conocidos; pero su familia no aparecía por ningún lado.

Daniel tomó su celular e intentó primero contactar a sus familiares, pero al ver que ninguno respondía, decidió escribirle a sus amigos para denotar si era verdad todo lo que había pasado, obteniendo el mismo resultado.

—(Hmm, ¿a dónde se habrá ido toda la gente?)

Luego de un lapso de tiempo, Daniel nota que el «color» del ambiente había cambiado de un momento a otro y empezada a escuchar gritos de miedo por todos lados.

Asomándose nuevamente por la ventana, vio algo que hizo que se llene de sorpresa, miedo e incredulidad:

El color del cielo cambió de celeste a un potente carmesí. Las nubes fueron reemplazadas por espirales de multicolor por el cuál salían enormes cantidades de criaturas cuya existencia hasta ahora sólo era meras fantasías.

No hay necesidad de mencionar que nuestro protagonista reconoció ese suceso de inmediato.

—¡¿U-UNA OLA?! ¡¿POR QUÉ VERGAS HAY UNA OLA AQUÍ EN EL MUNDO «REAL»?!

Daniel es interrumpido por un abejorro gigante que arremetió contra él. El muchacho cerró la ventana como un rayo, provocando que el aguijón del gran insecto que incrustado y atorado en el cristal.

Daniel no pierde el tiempo y jala hacia afuera el aguijón del monstruo, extrayendo también sus órganos internos y provocando la muerte de la bestia.

Luego, baja rápidamente y sale a la calle, siendo testigo de todo el alboroto presente en ese lugar. Muchas personas corrían por sus vidas, otras se encerraban en sus casas y negocios, y algunos decidían enfrentar la amenaza con machetes, pistolas o cualquier objeto que pudiese ser usado como arma contundente.

Nuestro héroe ve cómo un policía que estaba disparándole a los monstruos decide abandonar aterrado la escena y sale huyendo del lugar, metiéndose en su patrulla y arrancando el vehículo como diablo en persecución, dejando atrás su arma.

Daniel, sin dudarlo, lo toma y comienza a disparar con gran precisión a algunos monstruos cercanos, dando también golpes y patadas a aquellos que lograban acercarse de más para tomar distancia.

Luego de un rato combatiendo y a punto de que la munición se acabe, el cielo retorna a su color natural. Los portales desaparecen y la agresividad de los monstruos baja exponencialmente.

El Ascenso de los Cuatro Héroes: Un nuevo UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora