Cap. 6 EL BEBÉ

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Había muchos otros pasillos que conducían a otros lugares de la nave. Alina y Mateo estaban al final del gentío, de repente ella se detuvo y dijo.

-¿Escuchaste?

-¿Qué cosa? -dijo Mateo.

-El llanto de un bebé -contestó ella mientras miraba hacia todas direcciones.

-Yo no escucho nada.

-Viene de ese pasillo.

-Al, el grupo se va, tenemos que irnos.

-¿Y si tienen niños encerrados? No podemos dejarlos, no sabemos lo que les harán.

-Alina, si no salimos ahora nos encontraran.

-¿Qué no escuchas como llora? Necesita nuestra ayuda -contestó desesperada.

-No sé de qué estás hablando, no se oye nada.

-Lo escucho claramente, no puedo sólo ignorarlo.

Alina caminó hacia otro pasillo y comenzó a seguir el sonido del llanto, para encontrar su origen, Mateo no quiso dejarla sola, así que la siguió. Había varias puertas en aquel sector, pero mientras más caminaba, mas podía escuchar el lloro del pequeño. Ella se detuvo frente a una gran puerta y dijo.

-¡Aquí es! está ahí dentro.

-Tienes razón, lo escucho -prosiguió Mateo.

Ambos se pararon frente a la puerta, y ésta se abrió frente a ellos sin problema. Al entrar vieron que era una habitación grande, pero no parecía una prisión como en la que ellos estaban. Hacía mucho frio en ese lugar, siguieron el llanto hasta una esquina donde se encontraba una pequeña cápsula ovalada, adherida a la pared, y en ella, un bebé. Se espantaron cuando tocaron al niño y lo sintieron totalmente helado; su piel ya estaba oscurecida por la baja temperatura. Notaron que de la misma cuna donde él estaba, emanaba un intenso frio. Mateo se se quitó la chaqueta y se la dio a Alina, ella lo envolvió con rapidez y se lo llevaron.

Rápidamente salieron de ahí, intentando alcanzar al grupo, por suerte no estaban lejos de la salida. Corrían intentando llegar hasta el final del pasillo principal.

Por su parte, el grupo estaba en silencio, y al escuchar pasos que venían del pasillo, los soldados se prepararon y apuntaron; estaban listos para disparar, pero cuando ambos chicos llegaron los reconocieron. Uno de los soldados les preguntó dónde estaban, y Alina le contestó que habían rescatado al bebé, y descubriéndolo, se lo enseñó. Prosiguió diciéndole que lo encontró en una habitación, donde ella creía que los invasores ponían a los bebés que separaban de sus madres.

Mateo le preguntó a uno de los soldados qué sucedía, él le contestó que todavía no pudieron salir, aún estaban esperando el mejor momento. La ventaja que tenían era que los extraterrestres que allí estaban, no se encontraban armados. Al parecer solo su trabajo era descargar cargamento a tierra.

Alina y Mateo se quedaron atrás del grupo. Luego de unos segundos, un soldado de los de adelante, comenzó a caminar y a explicarle a cada uno de los civiles, cuál sería el plan. Cinco soldados sorprenderían a los invasores, los atacarían e inmovilizarían, y mientras tanto todos los civiles saldrían rápidamente detrás de otros cinco soldados, los cuales intentarían alejarlos de la nave.

Cuando el momento llegó, los primeros soldados se inmiscuyeron entre las maquinarias y objetos que allí se encontraban, y en forma simultánea, sorprendieron por detrás a los invasores desarmados. Los sujetaron con fuerza, y mientras tanto uno de los soldados les disparó rápidamente con el arma extraterrestre. Otros soldados cruzaron los brazos del invasor que tenían de rehén alrededor de una especie de barra de metal, y le ordenaron que se esposara a sí mismo con sus propias esposas.

GUERREROS La InvasiónWhere stories live. Discover now