Capítulo 31

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Miedo

Miedo

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Luci

Detallo al hombre a mi lado que conduce impasible con su mirada fija en la carretera. Devuelvo mi vista al arma en mi regazo, y acaricio con el pulgar el diseño en la empuñadura. Aún no puedo creer que haya tenido este detalle conmigo, un pálpito me manda una oleada de afecto que recorre todo mi cuerpo y me hace sonreír como tonta.

—¿Por qué una geisha? —ladeo la cabeza y me ojea de soslayo.

—El significado de la palabra geisha se traduce literalmente en persona que domina un arte. Las geishas eran las encargadas de entretener a la realeza en las celebraciones. —explica sin apartar sus ojos de enfrente.

—Mmm... entretener, ¿eh? —lo pienso unos segundos porque me causa gracia —¿Es por eso que has recordado a Jade?

—Entre otras cosas. —le hago una seña para que continúe —La geisha simboliza la feminidad, el poder y la mística. Hay algo en la manera en la que esconden su verdadero rostro tras el maquillaje y el abanico, que resulta misterioso. —hace una pausa y suspira —Jade es esa parte tuya que escondes al mundo, como yo escondo a Drákon.

Siento como se me estrecha el corazón tras su deducción, es algo en lo que ni siquiera yo había reparado. Theo es una persona tan observadora que me aterra la idea de que pueda deducir otras cosas que lo hagan apartarse de mí.

—¿Te gusta Jade no es así? —bromeo para desviar el tema.

—Me gusta mirarla. —asiente —Pero no me gusta que otros disfruten de ese privilegio.

<<¡Maldición! ¿Cómo no enamorarme de él si me dice esas cosas?>>

—Jade es solo para mi disfrute, al igual que tú. ¿Te queda claro? —el tono en su voz me deja saber que no está bromeando.

—¿Matarías a todo un club por mirarme? —rio incrédula, eso no me lo creo, pero a él no parece hacerle gracia.

—Se me ocurren muchas maneras de hacerlo.

Silencio.

—¿Crees que tenga que usarla algún día? —paso la yema de mis dedos por la superficie metálica.

No me imagino usando un arma para matar, al menos no de la manera en la que lo hace Theo, frío, sin remordimientos.

—Espero que sí. —lo miro y me devuelve la mirada —Si es para salvar tu vida espero que la uses todas las veces que sean necesarias. Por el momento guárdala siempre en tu bolso, ¿de acuerdo?

Trago y asiento guardándola al tiempo que llegamos de vuelta al hotel.

Quito mi cinturón y hago amago de bajarme, pero me doy cuenta que el motor del auto aún está encendido y que Theo continúa tras el volante.

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