16❀──── For the rest of our lives

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Y esa noche para Rintaro el conciliar el sueño, fue un verdadero reto.


Por lo general, la mayoría de las veces resultaba ser un proceso rápido y sencillo, cuando el entrenamiento agotaba todas sus energía se dormía apenas tocaba la cama y en ocasiones, cuando aún contaba con algo de tiempo miraba sus redes sociales y uno que otro video de los Miya y el sueño llegaba en cuestión de segundos.

La soledad y tranquilidad de la noche, fueron perfectas para poner a Rintaro a pensar en sus acciones. Acciones que no lo avergonzaron en el momento pero, al recordarlas no podía evitar sonrojarse y esconder esa apenada mirada tras sus manos. Las acciones que se suponía que eran propias y características de su personalidad se habían encargado de ponerlo en una situación de la cual tuvo suerte de salir.

No recordaba la última vez que estuvo en aprietos porque, desde hace ya un tiempo había aprendido a lidiar con ellos -al igual como aprendió a lidiar con los hermanos Miya y acostumbrarse a las exigencias de comenzar una nueva vida en una prefectura distinta-

Pero, aún no podía aprender a lidiar con Hirose Umeko -lo que ya había sido declarado como un verdadero reto-

Cuando el despertador sonó, no hizo más que esconder su cabeza bajo la almohada. Todo parecía tranquilo y era seguro que dentro de poco se dormiría y no iría a la preparatoria, hasta que tuvo que lidiar con su alterada madre que no dejaba de repetir una y otra vez que si no se preparaba para ir a clases, llegaría tarde -y sus intenciones de quedarse fueron arruinadas al recordar, que aquel par haría lo imposible para que participara del entrenamiento-

Y si eran capaces y no sería la primera vez.

Dejó salir un bostezo y luego le dio un mordisco a la manzana en su mano. Su caminata calmada y su tranquila presencia generó la envidia y unas cuantas miradas llenas de odio por parte de todo estudiante que iba tarde -al igual que él- pero, a diferencia del resto, Rintaro adoraba y le parecía un buen momento burlarse del sufrimiento de los demás y fue entonces cuando rió y ese toque de malicia estuvo presente cuando vio como el semáforo cambiaba a rojo. ¿Por qué no hacerlo? Después de todo, no tenía a Osamu y Atsumu cerca y necesitaba -con urgencia- encontrar algo que lo hiciera mantenerse despierto.

— Si...— su celular vibró dentro de su bolsillo, pero fue totalmente ignorado por su dueño quién aún se divertía con el sufrimiento de los demás mientras disfrutaba del dulzor de aquella manzana— Definitivamente dormiré en las primeras clases.

Pero ese cansancio, el que lo había obligado a pensar que sería una buena idea quedarse en casa. No era real, no se sentía cansado y mucho menos quería quedarse en casa. Se trataba de un acto de cobardía y de vergüenza, porque no sabía cómo lidiar con el nerviosismo que le generaba tener que intercambiar un par de palabras con Umeko.

Porque era inevitable.

— Ten cuidado, pedazo de idiota.

Una risa se le escapó al escuchar esas palabras a lo lejos. Si, sin duda disfrutaba de lo que estaba pasando a su alrededor, aunque no le gustaría estar en el lugar de esa persona que recibió aquella ofensa, pero.

¿A quién engañaba? Si su situación no era favorable de igual manera se hubiera reído.

— Hubiera sido divertido verlos discutir más— quitó su mirada de la escena y miró hacia su costado derecho, su cuerpo se tensó enseguida y de manera inconsciente retrocedió unos pasos, dejando bastante claro que estaba preparado para alejarse en cualquier momento y regañandose por ser un cobarde— ¿No crees?

Narcissus [Suna Rintaro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora