La revelación.

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Dedicado a: wonderkarma

El techo no deja de gotear, como si estuviese simpatizando con mi situación y llorase en consecuencia. Las paredes lucen aguadas de tanto moho acumulado con el tiempo, no me sorprendería que en cualquier momento la construcción se termine desplomando conmigo dentro. La iluminación de las bombillas amarillas apenas dejan ver entrecerrando los ojos.

Todo es una porquería aquí dentro, yo incluído.

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¿Alguna vez se han puesto a pensar de qué color sería el amor? Porque yo sí, muchas veces. No lo sé, es una de esas dudas repentinas que me asaltan durante las madrugadas somnolientas, esas donde no puedo pegar ojo por más que lo deseé. Ahora que lo pienso, creo que paso gran parte de mi tiempo decodificándome a mí mismo las cosas intangibles e indescriptibles por mera satisfacción.

Yo no creo que el amor sea rojo, como tanto se han esforzado en hacernos creer con las propagandas de los catorces de febrero. El rojo simplemente se utiliza para atraer la atención comercial, porque si viésemos globos, flores y decoraciones de cualquier otro color, no sería en definitiva tan atrayente como resulta con el color rojo. Porque el rojo es pasión, deseo, avaricia.

Y sin embargo, la pasión no  siempre viene de la mano con el amor.

Yo creo que el amor es azul. Lo representa mejor, ¿no lo creen? El azul es nostalgia, es tristeza; pero al mismo tiempo es bienestar. Es una satisfacción de esas de las que no te das cuenta de que te están sanando hasta que te alejas. El azul te deja pensante, en calma, y a la vez, angustiado. Puede ser bueno, como puede ser malo. Justo como sucede en cualquier situación que engloba la palabra amor.

En fin, ya estoy divagando de nuevo y será mejor que me concentre si no quiero postergar el final... He pensado mucho, demasiado, a tal punto que ahora mismo tengo una migraña que me desenfoca la vista. Estoy seguro de que seré juzgado, y tengo justificación al serlo. Pero he decido contar mi propia historia porque, de no ser así, se verá convertida en una de interminables versiones de dominio público; y lo que menos quiero es que los hechos fundamentales se vean comprometidos entre la duda y la realidad.

Que probablemente al final termine sucediendo de todas maneras, pero estaré mejor sabiendo que hice lo que estuvo en mis manos;

Mi palabra me hará inmortal. Es lo único que me queda, no voy a despreciarla.

Sólo recuerden que soy otro de tantos jóvenes azules, encerrados en una fantasía polvorienta e, incluso, algo monótona por lo que le resta de eternidad. Me llamo Javier, y contaré la verdadera versión de la historia que se narra en todos los periódicos del momento.

Todo empieza a partir del nombre de mi novio: Carlos. ¿Qué decir de él, si hay tanto que no sé por donde comenzar? Llevábamos tres años de novios, los cumplimos justo este mes, de hecho. Carlos siempre cuidó de mí, y me daba la impresión de que se preocupaba más por mí que yo mismo.

Él es como el punto de reunión al que todos acuden ante una emergencia; bondad en demasía, un ángel entre demonios. Él es de esas personalidades que creen fervientemente en que todos son acreedores de un lado compasivo que domina en sus rutinas. Yo a menudo lo consideraba un poco ingenuo, pero era esa misma inocencia la que componía su encanto como persona. Y yo me sentía el hombre más afortunado del mundo por haber logrado el privilegio de que él me amara.

No les diré cómo fue que nos conocimos, ni cómo fue nuestra historia de enamorados. Me saltaré todo eso porque sé que, a final de cuentas, eso no les importa un carajo; así que iré directamente al día que comenzó el hilo de mentiras, destinado a terminar en una inminente tragedia.

AMOR MADURO | TrollinoWhere stories live. Discover now