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Si algo Yoongi odiaba con todo su ser, era ver los bonitos ojos de dragón que poseía su novio irritados y turbulentos

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Si algo Yoongi odiaba con todo su ser, era ver los bonitos ojos de dragón que poseía su novio irritados y turbulentos. Se sentía impotente, se sentía inútil y lo único que podía hacer era acunarlo entre sus brazos y pecho diciéndole sin hablar, que estaría ahí para él incondicionalmente.

De vez en cuando, trataría de sorber sus lágrimas por él, trazando un camino de besos que iniciaba en sus ojos y a veces terminaba en sus mejillas, otras en la barbilla y otras en el cuello.

Besaría sus labios suavemente tratando de regalarle un poco de tranquilidad que ninguno de los dos poseía. Y pasaría con cariño sus dedos por su nuca y cabello mirándole afectuosamente mientras Namjoon no aguantaba las ganas de deshacerse en llanto.

—¿Otra vez? —preguntó en un susurro. Bien pegado a sus labios, temiendo que en la oscuridad, las paredes tuvieran oídos. Namjoon asintió—. ¿Estás listo para hablar? —negó—. Está bien, amor.

Había una sombra que lograba escabullirse con ellos hasta en las más espesas noches. A esa sombra no le importaba si no había estrellas o si la luna estaba escondida tras las nubes, ella estaba ahí, fuertemente arraigada a ellos. Parecía que había echado raíces y no quería irse. Habían tratado de arrancarla, habían tratado de quemarla, de asfixiarla, incluso hacer que se perdiera, pero la sombra hallaba la manera de regresar y quedarse otro rato más.

—Hyung... —pronunció con desesperación al sentir que el hombre entre sus brazos perdía la compostura y el aire mientras lo atraía hacia él con necesidad —mírame, por favor —sus ojos acuosos lo recibieron «¿Qué hice mal?» le preguntaban angustiados—. No dejes de mirarme, ¿sí? ¿Recuerdas lo que dijimos? La noche nos pertenece, si en el día todo esto te abruma, entonces puedes hacer como que esto no existe. Olvídalo, Namjoonnie.

—Yoon, ¿cómo puedes decir eso? —preguntó entre leves hipidos.

—Ya sabes que de todas formas, la única condición es que me ames mucho en las noches —mostró un sonrisa deslumbrante; de mejillas regordetas y encías perfectas—. Ámame más cada noche, más de lo que lo harías en el día.

Selló sus palabras con un beso.

(***)

—¿De quién era el número por el que me has llamado? —le preguntó Seokjin al encontrarse con él.

—Oh, ¿te orinarás si te digo de quién es? —esa mañana, los ánimos de Yoongi no estaban del todo nivelados, debatió toda la noche y todo el tiempo que no se encontró con su amigo, si decirle o no de quién era aquel número. Concluyó que era tonto ocultar el hecho.

—¿Orinarme? —frunció las cejas extrañado—, uh, no, no creo orinarme.

—Es del catedrático Kim —le dijo después de una larga pausa y sin dejar de mirarle a los ojos, lo que le permitió ver cómo los del contrario se abrían desmesuradamente por la sorpresa.

—¿¡Qué!? —Yoongi rodó los ojos fastidiado por alguna razón.

—Revísate los pantalones, hombre.

—Pero cómo... porqué...

—A Kim se le hizo una maravillosa idea aparecer justo cuando buscaba mi teléfono —explicó—. Agradécele más tarde. Si no fuera por él, estarías fuera de la clase.

—¿Me estás diciendo que tengo el teléfono de mi amor platónico gracias a ti? —le dijo sacando su libreta y colocándola en el pupitre—, no sabía que fueses un amigo tan benevolente.

—Maldición, cállate, sabes perfectamente que no te atreverías a hablarle —se burló y Seokjin puchereó.

—No puedo creer que no me guardes respeto aunque sea mayor.

—Son solo meses, Jin.

—Igual soy mayor.

—Eso no me importa, la verdad.

Sus ojos prestaron atención al podio en la espera del profesor.

—¿Cuándo es la primer clase? —preguntó sin mirarle.

—Hoy.

—¿Hoy?

—Sí, parece que necesitas una limpieza de oídos, Min Yoongi —rodó los ojos.

—Me sorprendí porque se supone que hoy terminaba la inscripción.

—Como se llenó antes, decidieron darle inicio antes.

—Ya...

Rara vez la mente de Yoongi se dispersaba, pues solía tener las ideas claras y una concentración de otro mundo. Los astros hoy se habían alineado en su contra; oídos que no escuchan, ojos que no ven y palabras que no comprende.

Resultado: un infernal dolor de cabeza al final de la jornada.

—Apresúrate, llegaremos tarde —habló empujándolo Seokjin.

—¿De qué hablas, Jin? Vamos cuarenta minutos adelantados —bufó dejándose hacer.

—No lo entiendes. Todos querrán estar en primera fila.

—Pero faltan cuarenta minutos todavía —recalcó.

Al entrar al aula, se percató de que un par de asientos en las primeras filas estaban ocupados, incluyendo uno que estaba justo frente al  escritorio, en éste, se hallaba sentada una chica menuda, de ojos almendrados, piel clara y cabellos castaños.

—Aquí, corre —Yoongi obtuvo el lugar más cercano al pizarrón, mientras Jin se sentaba junto a la muchachita. Y mientras él se hundía entre sus brazos para tomar una pequeña siesta, escuchó pequeños murmullos provenientes de su lado.

El catedrático Kim parecía ser un poco tonto. No tonto por carecer de conocimientos, mas bien por verse muy tímido y despistado. el hombre tenía un encanto innato; una voz relajante y un porte un tanto despreocupado. Sus ojos amables y sonrisa cálida dejaron a todos sin habla, y pese a la pila de hojas que lograron caérsele de las manos, no logró hacer que las personas ahí reunidas dejaran de tenerle respeto y admiración. Parecía que en su lugar los sentimientos de pura ternura florecían en los pechos de cada uno de los presentes al verle sonrojado tratando de recoger con manos temblorosas el papel.

Incluso en el pecho de Yoongi parecía ser primavera.

Por si no queda del todo claro, hay dos narraciones: los capítulos comienzan en el presente y con el (***) nos transportamos al pasado

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Por si no queda del todo claro, hay dos narraciones: los capítulos comienzan en el presente y con el (***) nos transportamos al pasado.

𝑙𝑜𝑣𝑒𝑚𝑒𝑚𝑜𝑟𝑒. [NᴀᴍGɪ]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant