IV

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Los labios de Jake y JungWon se apresaban entre ellos de una forma tan intensa. No era un beso con sentimientos de por medio, era solo... Un beso.

La delgada mano de Jake generó presión en la nuca de el menor, tornando el roce más profundo y robándole el aliento a Yang. Si algo iba a aceptar, era que su novio besaba muy bien. Probablemente extrañaría eso.

Después de unos segundos, JungWon empujó un poco a Jake, separándolo. Ambos estaban en la cama de el menor acostados.

— Espera, espera.

— ¿Qué pasa? — cuestionó el australiano dándole su espacio a el más bajito, levantándose.

— Mamá llegará pronto.

Por mucho que su familia conociera del noviazgo con Jake, y que incluso el australiano era invitado a las cenas grandes, JungWon no tenía la confianza de estar junto a Shim en su casa, en presencia de los demás.

— Pero tus padres siguen de viaje.

JungWon sostuvo la respiración un momento y miró a un punto fijo unos segundos. 

Era cierto.

Sus padres nunca estaban.

Se ausentaban por mucho tiempo, dejándole solo. Comía solo, él mismo se arrullaba en las noches para conciliar el sueño desde que era pequeño, él lidiaba con sus pesadillas y generaba sueños de su futuro sin apoyo alguno.

Volvió la mirada a los ojos de Jake con ese toque de lamento y, en un impulso, le tomó de la camisa y atrajo el cuerpo más grande al suyo fundiéndose nuevamente en un beso. Quería distraerse, salir de su melancólica y lamentable realidad. Quería irse de ahí.


[...]


A la hora de dormir, Jake finalmente se quedó en la mansión Yang. El menor solamente salió de la habitación para asegurarse que SooMi, la trabajadora, se hubiera ido a casa ya que solía quedarse innecesariamente y él sabía que ella tenía hijos que cuidar.

Cuando volvió a su cuarto, se encontró con su novio acostado sobre las cobijas. Sabía que le gustaba quedarse en su casa ya que tenía la comodidad que le faltaba en la propia.

La casa de Jake carecía de muchas cosas ya que vivía solo, sin el apoyo económico de alguien más que él y el sueldo de un ayudante en el invernadero escolar no cubría prácticamente nada. Por supuesto, JungWon nunca se quejó cuando lo visitaba porque realmente no tenía razones, ambos vivían en situaciones muy distintas.

Soltó el aire y apagó la luz, quedando prácticamente en la oscuridad total. Se quitó sus tenis, su sudadera color negra y su camisa, quedando solamente en pantalones y calcetines. Hacía mucho calor. Cuando se acostó junto a su novio en aquella cama tamaño matrimonial, inmediatamente pudo sentir los brazos rodeándole, quedando ambos en la posición de cucharita.

Pero JungWon no pudo dormir tan rápido como quería, los pensamientos atacaban su mente.

Él... Él realmente no despreciaba a Jake como a veces hacía creer.

Algo que le carcomía la consciencia era que, desde un frío punto de vista, básicamente usaba a el mayor para compensar la soledad con la cuál creció.

Durante su niñez, veía más a SooMi que a sus propios padres. Lloraba en las noches cuando las pesadillas lo atormentaban y nadie iba a consolarlo como a los demás niños.

Tuvo que lidiar con los cambios de la pubertad él sólo y la poca benéfica información que venía en su libro de Ciencias de la escuela.

Cuando llegó la adolescencia todo fue empeorando, su personalidad se fue moldeando con respecto a su estilo de vida y se creó un nuevo JungWon, uno que se mostraba insensible ante los demás, junto a otras personas era serio y, en la intimidad de su hogar lloraba, llamando a sus padres ausentes, como cuando era niño.

A los dieciocho años conoció a Jake en la universidad, ambos compartían clases y desde ahí, al comenzar a pasar tiempo juntos, decidieron que una relación no estaría mal. Al principio todo era lindo, como en cualquier noviazgo, pero conforme iban pasando los años, ambos comenzaban a perder interés mutuo. Sin embargo, ninguno daba por hecho eso. Simplemente se veían cuando comían juntos, o se querían besar toda la noche.

Y ahí estaban de nuevo. El pecho de Shim pegado a la espalda de Yang.

La historia se repetía y, aunque JungWon sabía que no todo era culpa suya, se sentía mal por usar a Jake como su consuelo. Él no estaba seguro de lo que pasaba por la mente de su novio, no sabía si realmente le amaba o tampoco lo hacía, pero era demasiado tarde.

JungWon, a sus veinte años, en aquella noche, decidió que escapar de casa era lo mejor. Y mientras más pronto lo hiciera, menos se arrepentiría. Solo debía pensar bien el cómo subsistiría y asunto decidido. Uno o dos trabajos no estarían mal.

Porque él quería dejar a Jake libre de hacer lo que quisiera, estar con otra persona que realmente le valorara, y él quería escapar de su realidad.

west coast ☆ jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora