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Pido perdón...

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- Shota...- Susurró mientras se aferraba a mí.

- Está bien.- Dije sobando su espalda.- Vamos adentro.

Entramos y cerré la puerta.

Dejé mis zapatos en el genkan y me senté junto a ella frente a la ventana de la sala, con nuestras espaldas contra la pared y la luz de a luna iluminando nuestros rostros.

- ¿Qué pasó?- Dije colocando su cabello detrás de su oreja notando los humedos surcos que habían dejado sus lágrimas.

- Lo siento.- Dijo abrazando sus rodillas, se le escapó un sollozo.- Te juro que yo no quería pero... Tuve que hacerlo.- Le temblaba la voz y nuevas lágrimas resbalaban por su rostro.

- No estoy entendiendo.- puse mi mano sobre su hombro.

- No pude evitarlo, el cliente insistió y... Yo sabía que pasaría tarde o temprano pero no estaba lista para...- su respiración agitada y sus sollozos no le permitieron continuar pero lo comprendí.

Inmediatamente la estreché entre mis brazos y ella escondió su rostro en mi pecho.

- Tuve que acostarme con él, perdóname.- Dijo al fin, sus hombros se movían a la par de sus sollozos.

La abracé a un más fuerte.

- No pidas disculpas.- Le dije en tono comprensivo intentando dominar la ira que me invadía.- No es tu culpa, todo va a estar bien.- Me aferré a ese abrazo como si fuera lo único que tuviera en el mundo.

Estaba furioso de no poder protegerla, de no poder evitar aquella situación pero lo único que podía hacer por ella era abrazarla con todo mi ser y permanecer a su lado.

- No me gustó.- Dijo.- Él no me cuidó como lo haces tú.- Lloró.- Me dolió... me dolió mucho y le pedí que se detuviera pero no lo hizo.- Lloro más fuerte.

Sentía como incluso yo estaba a punto de llorar de la impotencia que me invadía en aquél momento.

- No mereces ésto.- Dije envolviéndola por completo en mi cuerpo tratando de tranquilizarla.- No quiero que nadie te lastime nunca. Dime su nombre y te juro que haré que se arrepienta.- La apreté mas contra mí.

- No quiero que lastimes a nadie.- Soyozó.- sólo abrázame.- Su voz sonaba temblorosa.- Me siento sucia.- Lloró.

- Tranquila, estoy aquí.- sobé su espalda.- ¿Quieres tomar un baño?- Ella asintió en silencio y la llevé al ofuro. Puse a llenar la tina y mientras eso pasaba le ayudé a desvestirse.

Retiré con cuidado cada una de sus prendas, estaba temblando.

Tenía moretones en los brazos y el cuello, marcas de las manos de ese infeliz, parecía que la había ahorcado pero no me atrevía a preguntarle.

Bajé sus pantalones y también habían ematomas en sus muslos y rodillas.

Las lágrimas no paraba de rodar por sus mejillas, parecía que mientras más la desnudaba peor se sentía.

Lo peor fue cuando le pedí que se pusiera de pie para retirarle la ropa interior, hizo una mueca de dolor al hace esfuerzo y cuando bajé sus bragas ví una mancha de sangre.

-¿Estás en tu periodo?- pregunté. Ella negó con el labio inferior temblando, su parte también tenía algo de sangre y se veía irritada.

Cada vez me sentía peor por no haber estado ahí para protegerla, me hacía llamar héroe pero no pude salvarla.

Ven al barWhere stories live. Discover now