C10 "Vete ya"

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Al carácter de Montserrat nadie le había puesto riendas, era la dueña y señora, punto.
Siempre fuerte, irrompible, enorme; pero en esa habitación que solo estaba llena del más sincero sentimiento su corazón noble daba vestigios de honestidad, de esencia pura.

Todos se reían ante las ocurrencias de Alexis y morían de amor con los comentarios maduros de Abril, las miradas disimuladas entre Dani y Montse no cesaban, era un acto casi inconsciente pero más que evidente a los ojos de Rubén y Luz quienes extrañados las observaban, era como si quisieran gritar al mundo lo que sus almas no sabían cómo aceptar.

- Bueno niños, ya es hora de que los patrones descansen - anunció Dani organizando todo.

Abril y Alexis se despidieron alegres de esos adultos que no sabían lo dichosos que podían ser entre risas y juegos infantiles, Doña Luz de forma amorosa se los llevó de la mano a preparar algo de cenar, eran claridad en medio de la sombría hacienda.

Daniella reguló el oxígeno de su paciente y con un guiño le indicó que acompañaría a Montserrat a la habitación, tenía minutos viendo como la castaña enmascaraba el dolor de su pierna, empezaba a claudicar un poco, signo evidente de la molestia, pero como buena orgullosa no se quejaba ni un momento, todo lo contrario, se despidió de su papá dejándole un "te quiero" en el oído y salió rauda.

- ¿Le ayudo? - dijo Daniella alcanzándola por el largo pasillo donde iba caminando

- Puedo sola - la miró de reojo

- Esas botas altas le quedan preciosas, pero no ayudan mucho a la herida.

Una sonrisa pícara de Montse nació ocultamente al escuchar aquello, y solo pudo alzar sus hombros y acelerar su paso a pesar del dolor, Dani solo negó divertida ¡Que patrona tan necia y tan consentida!

Al estar al fin en la recámara Montse se dejó caer sentada en la cama, estaba exhausta, débil y hasta vulnerable.

- Déjeme colaborar con eso.

Daniella quedó de rodillas frente a ella, la miró directo a los ojos antes de subir la falda para quitar el calzado que tantos problemas estaba dando, Montse cerró fuerte los ojos, las molestias eran enormes pero la suavidad de las manos de Dani sobre su piel era el remedio perfecto.

Con todo el cuidado le fue retirando la venda, limpió muy bien el área y luego de aplicar una crema especial todo estaba listo, los ojitos de Daniella encontraron esos luceros atentos a cada movimiento sobre su cuerpo.

- Patrona, muchas gracias.

- ¿Gracias? ¿Por qué? - respondió sin dejar de observar a esa bella mujer frente a sus piernas.

- Por la forma en que reaccionó hoy - suspiró sin poder contenerse - por ser tan especial.

- Ay ya no digas tonterías niña y levántate de ahí - dijo totalmente nerviosa.

Dani solo asintió y le sorprendió la forma refleja en que Montse la sostuvo de los brazos para ayudarla a ponerse en pie; todo iba bien, pero las manos seguían laceradas por la caída y en medio de un grito de dolor las uñas de la castaña se clavaron en Dani quien perdió el equilibrio totalmente cayendo sobre ella de forma intempestiva.

Ambas se desplomaron en la cama, una sobre la otra, los rostros tan cerca que la respiración agitada chocaba sin cesar, el pulso se aceleró y el espacio entre las dos se hacía cada vez menos, no se pertenecían simplemente.

Daniella de manera espontánea deslizó su mano sobre la mejilla de Montserrat, acariciando suave hasta hacerla temblar de los nervios, de la ternura, de la angustia que le produjo el choque de sensaciones al tener a esa dama entre sus brazos ¡Era una locura! ¡No podía ser!

𝙀𝙉𝙁𝙐𝙍𝙀𝘾𝙄𝘿𝘼 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora