seven beats

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Habían pasado más de dos semanas desde que Yoongi y Jimin se conocieron aquella noche en Beats.

Dos semanas en las cuales ambos hombres continuaron con su vida de manera normal y con esa sensación agradable en el pecho y también, con la incertidumbre visitándolos de vez en cuando, de que sería del otro.

Jimin se ejercitaba un poco más y sentía más fuerte su corazón a medida que la rutina de correr por las mañanas se hacía un hábito. Amaba la manera en que sus piernas adquirían velocidad y su respiración no se entrecortaba a los pocos minutos, cómo le sucedía antes del trasplante al solo caminar. Amaba sentir la brisa fresca contra sus mejillas acaloradas por el esfuerzo físico y amaba poder disfrutar de largas bocanadas de aire después de un recorrido por el parque recostado sobre el pasto mirando el cielo, agradeciendo mentalmente siempre a Jungkook por dejarle vivir estas experiencias tan normales que no había podido hacer en el pasado.

Por su parte, Yoongi trataba de buscar el contacto de quien había recibido las corneas de su hijo y poniendo un poco más en orden su vida.

Si bien, Yoongi tenia un buen puesto en una empresa de comercio, pero había encontrado un gusto por la fabricación de muebles rústicos. Desde el simple tallado de madera para creaciones sencillas de cosas básicas, hasta muebles de gran tamaño.

Y justo miraba afuera desde la ventana de la cocina hacía el patio trasero, sonrió viajando al pasado en imágenes fugaces.

Jungkook corriendo por el patio a los 3 años, Jungkook correteando un par de mariposas a los 5, Jungkook acampando con mama a los 8, Jungkook sonriendo a los 10 por la casita del árbol que el mismo le había hecho, Jungkook a los 15 jugando con Gureum, un perrito blanco greñudo que encontró vagando y que ambos no pudieron decirle que no.

La sonrisa de Yoongi se volvió un poco triste y agacho la mirada mirando la taza de café que se había preparado. Le entristeció el hecho de saber que no habría más memorias de Jungkook en ese patio a los 18, a sus 20's y todo lo que le restaba de vida, además de sentirse solitario por no haberse quedado con Gureum porque ni para tener el valor de cuidar al can había tenido. Sabía que estaba bien en compañía de su ex esposa.

Toc Toc

Y aquellos toquidos, le impidieron hundirse en su propia tristeza en la cual luchaba un poco más todos los días desde el osito de peluche. Dio un sorbo ligero y fue hacia la entrada.

Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver a la persona delante de él, de todas las personas en el mundo, nunca creyó que el chico que se encontraba frente a él vendría directo a su casa y tocaría su puerta.

-Taehyung, ¿Qué haces aquí?

-Usted, definitivamente necesita mejorar sus modales. -Contestó el chico de manera seria y desvió su mirada saludando con un ligero rubor en las mejillas- ¡Buenos días, señor Min!

-Bu-buenos días, Taehyung, perdón, es solo que me sorprendió tu visita, ¿Cómo conseguiste mi dirección?

-¿No me invita a pasar?...- e inmediatamente el chico dio un paso hacía adelante haciendo que Yoongi se hiciera a un lado dejándolo entrar.- ¿Recuerda que memorice sus placas de auto? Los de información vehicular necesitan ser más meticulosos en cómo manejan los datos...

La sonrisa de Yoongi volvió y cerró la puerta tras él al notar cómo Tae caminaba despacio viendo todo con curiosidad, desde las pequeñas flores en la mesita de la entrada hasta las repisas llenas de figuritas de madera en la sala. Definitivamente Taehyung sería un dolor de trasero a su paternidad si hubiera conocido a Jungkook, pero de esos que suceden espontáneos y después lo dejas pasar.

Heart ▪ [YM] ▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora