₊❏❜ 🥛⋮[ labial coca cola. ] ⌒⌒

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꫞𑄱𑄸🐖𝓾𝓷 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓳𝓸 𝓭𝓮 𝓬𝓻𝓲𝓼𝓽𝓪𝓵 𝔂 𝓶í𝓻𝓪𝓽𝓮 𝔂 𝓶í𝓻𝓪𝓽𝓮

Habían pasado dos meses desde que Hashirama y Madara se volvieron pareja. Y Mito, como la Uzumaki que era, no se rendiría tan fácilmente. Hashirama tenía que ser suyo y de nadie más. Estaba esperando poder hablar con el Senju cuando llegara a la escuela, pero por desgracia, ninguno se presentó.

Por la tarde, decidió pasar por la casa del moreno, por si lo veía. Pero al parecer, no había nadie en la casa. Mientras tanto, Hashirama esperaba a Madara en su habitación. Madara entró, quitándose la camisa. La dejó tirada cerca de la puerta, y la cerró. Se acercó con sensualidad hasta apoyarse en el regazo de su amado. Hashirama vio los labios de su amado. Eran oscuros.

Lo besó. El sabor era similar al de la bebida más consumida del mundo. Querían llegar a hacer más esa tarde. Lo más a lo que alcanzaron había sido a masturbarse juntos y vaya que les prendían sus juegos.

—¿Qué quieres hacer ahora, Hashi?

—Lo que tú quieras —susurró en su oído.

Escucharon el ruido del motor del auto de los padres de Hashirama. No se inmutaron; el Senju se quitó la camisa. Estaban tan absortos en el otro, que no escucharon los pasos en la escalera que se dirigían a ellos. La puerta se abrió con brusquedad.

—¡Hashi anija! —exclamó Kawarama, que abrió mucho los ojos: ambos chicos estaban sin camisa, Madara montado a horcajadas en el regazo de su novio, besándose—. ¡Ay, mis ojos! ¡Cloro, necesito cloro! ¡No quería ver eso! ¡AAAAAAHHH!

Rápidamente Madara se bajó de Hashirama y fue por su camisa. Se la puso. Hashirama había dejado una marca en su hombro, por suerte, esa se podía cubrir fácilmente. Hashirama hizo otro tanto y se levantó de la cama.

—Debimos haber ido a tu casa, Maddy.

—No; con Izuna sería peor.

—Cierto.

Ambos bajaron las escaleras y fueron a la sala, donde Butsuma, su esposa y Tobirama estaban dejando las bolsas con víveres del supermercado. Itama miraba con confusión a su hermano mayor. Kawarama hacía muecas.

—Kawarama me dijo lo que estaban haciendo —empezó Butsuma; los novios se congelaron y se avergonzaron—. Para empezar, ¿no pudieron haberse ido a otro lado?

—A un hotel, ¿tal vez? —dijo su mujer, los chicos se sonrojaron—. Además, no puedo creer que nos hayas ocultado tu noviazgo con Madara.

—Es que... —trató de disculparse su hijo.

—No creas que no me di cuenta —habló Butsuma—; estabas tan metido en el clóset, que pensé que te habías ido a jugar con el león de Narnia.

—¡Papá! —el moreno se sonrojó hasta las orejas, y ni qué decir de su novio.

—Papá —Itama llamó la atención de todos-, ¿por qué Hashi anija estaba en el clóset?

—Porque evidentemente le gustan los niños —explicó Kawarama—; no, diría que es, específicamente, Madarasexual.

—¿Entonces no están enojados?

—Estamos enojados porque no dijiste que te gustaba Madara, a pesar de que ya lo sabíamos —dijo la señora, fingiendo enojo, pero luego fue a abrazar a Madara—. ¡Bienvenido a la familia, Madara!

—Gracias... —correspondió el abrazo estando un poco incómodo.

—Eso sí —dijo Butsuma—, si van a follar, váyanse a un lugar que no sea aquí.

—Ni en tu casa —Tobirama recordó a Izuna.

—¿No tiene nada de malo que te gusten los niños? —preguntó Itama.

—No —dijeron todos.

—¡Qué bien! A mi me gustan los niños y las niñas —dijo Itama. Su mamá lo abrazó.

—¡Mi chiquito está creciendo! ¡Qué lindo!

—¿Estamos aquí para salir del clóset? —preguntó el albino—. Porque si es así, quiero decir que yo también estoy saliendo con alguien y es con el hermano de Madara.

—Joder, que gran historia —murmuró Butsuma, divertido.

—¿Quieres cenar al rato con nosotros, cariño? —le dijo la mujer albina a su yerno.

—Su-supongo que puedo venir al rato...

—¡Y también trae a tu hermano!

𝗟𝗜𝗣𝗦𝗧𝗜𝗖𝗞, hashimadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora