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𑁍︎

el viento los renovó, concediéndoles la ocupación de inhalar hondo e ignorar el sólido vínculo entre sus manos.
ambos planearon zafarse, pero el terror de desconocer su ubicación actual predominaba, así que apretaron el agarre.

—¿dónde estamos?

sorpresivamente, la duda no provino de la más elocuente, sino del que apenas hablaba.
con los papeles invertidos, jimin mantuvo la boca bien sellada unos segundos.

—no lo sé.

yoongi quiso reír, qué risa, jimin bromista...

pronto entendió, por desgracia, que la rubia no bromeaba.
su gesto antes ininteligible, mutó a uno de evidente recelo. sus padres tanto le advirtieron resguardarse de extraños, de lugares vacíos y de sitios muy oscuros, ¿y ahora se exponía ante esos tres?

avergonzada por ser impulsiva, la menor se desprendió del muchacho y se sentó sobre el césped mojado, ocultando su rostro contra sus piernas encogidas.
a partir de ahí, se privó de analizar el comportamiento ajeno que, de hecho, no denotaba fastidio alguno.

entonces, jimin no pescaba que yoongi fuese a acompañarla los próximos minutos, ahí quieto, bajo un árbol frondoso.... dándole aquella mirada; un conjunto de interés y cautela que la inquietaba en demasía, ¿por qué la examinaba así, otra vez?

ella, achicando los ojos, le aventó un vistazo filoso con necesaria fijeza.
cuando él quebró el encuentro, ridículamente aparentando intrigarse por la textura del tronco, la rubia andó hacia el azabache y cruzó sus brazos, reclamando explicaciones.

—¿por qué me miras tanto, yoongi?

su voz emanaba una sutilidad contradictoria a su pulso violento, pretendiendo no hostigarlo u ahuyentarlo. le preocupó que el joven rascara su nuca, incómodo.

—t-tu... tu collar. me gusta tu collar.

—¿eh? —esperaba cualquier respuesta, menos esa—. ahm... sí, es una lu-

—una luna menguante.

interrumpida por él, mientras disimulaba la impresión ante lo inesperado, en cortos movimientos desabrochó su accesorio y al estirar el brazo, se lo prestó.
sólo le extrañaba que yoongi, quien admiraba el adorno fascinado, hubiese notado los elementos de este; no eran apreciables a la distancia que siempre establecieron.

aún así, no arrojó más preguntas, yoongi era perspicaz y ya.

—también hay una en mi dedo.

tras aquel comentario, los ojos felinos persiguieron la mano de jimin siendo alzada y colocada al aire, como si tentara las estrellas regadas y su luna complementara la real, ambas menguantes. su anular portaba el anillo mencionado.

leyendo a yoongi, juraría que un atisbo de sonrisita moldeó la comisura de sus labios.
le quiso pellizcar la mejilla, lucía tierno.

—colecciono lunas en llaveros, broches, aretes, collares, anillos... —ella enumeró.

—yo las pinto. —él replicó.

—¡wooh! —maravillada, agradeció que la charla cogiera una ruta decente—. saber pintar debe ser un don, yo soy pésima en ello.

—¿quién dijo que sé pintar?

fue genuino que rieran simultáneos, armoniosos.
enseguida, bajo un nuevo silencio, la muchacha supo que brindarle su luna significó brindarle su confianza.
y ávida, reuniendo dudas mezcladas, se aclaró la garganta para luego aclararse la mente.

—¿por qué... por qué aceptaste tomar mi mano?

el pelinegro, meditando sobre las palabras apropiadas, vaciló un poco antes de confesar.

—porque estabas temblando.

la energía del enunciado se desvaneció a la mitad, pues él percibió en jimin tenue aflicción; ¿la había cagado?
así que, la timidez bloqueó la naturalidad del ambiente.
pero ella, hallándole cohibido por su fresca revelación, se emprendió en aplacar sus preocupaciones.

—no dijiste algo malo —soltó un golpecillo amistoso sobre el hombro contrario—. no creí estar temblorosa, aunque siéndote honesta, llegarte así sí fue una explosión de emociones. esperaba verme muy convincente y segura de mí misma, yo pensaba que... bueno, no, en realidad yo...

al percatarse de su palabrerío algo enredado, calló. estaba justificándose, detestaba ese tonto hábito.
ella desconocía que, en realidad, a yoongi le importaba poquísimo qué intenciones tuvo al arrastrarlo por las calles de seúl; él sencillamente se vio en ella.

la vio retraída, aislada...
para otros, el alcohol y drogas eran pequeñeces, pero a ella la hacían pequeña. y a él también.

y nada de eso se lo dijo, le pudo más el pudor.

—entiendo. —él se limitó a agregar.

desafortunado o no, la conversación no logró profundizarse.
el resplandor de los astros los enmudeció, meciéndose en la calma del tiempo dormido.
el más alto, se inspiraba y echaba su mente a volar gracias a la finura del entorno.
por otro lado, la innegable paz ponía a la bajita al borde de una siesta.

cuando ella casi suelta el cuerpo en su totalidad, él la sostiene y la despierta.

—e-eh... ey, ya ve a casa —lo pensó y se corrigió—. es decir, te acompaño.

parpadeando incontables veces, jimin recobró el entendimiento y asintió en un bostezo.
consideró la magnífica idea de emplear el celular para descubrir dónde se situaban. ahora, disponiendo ese alivio, trotaron suave durante el camino entero, llegando sin problemas en apenas quince minutos.

algo los empujó a despedirse, secos, separándose agotados.
sin embargo, sea casualidad o sea el destino, jimin manifestó una cosa más.

—yoongi —se observaron con detenimiento—. mañana... corramos en el mismo parque.


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me despido por hoy, gente.

¡gracias por ese #16 en el ranking de "adrenalina"!

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⏰ Última atualização: Jun 21, 2021 ⏰

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bocanada | yoonminOnde histórias criam vida. Descubra agora