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El ambiente en la cueva era abrigador y como ya era rutina en esos días, había una pequeña fogata en el centro del lugar, con una simple e improvisada cama a su lado, el "colchón" era de hojas y una ligera manta estaba encima para darle forma, a ambos cambia-formas les brindaba la comodidad suficiente.

La tranquilidad del bosque se vio interrumpida cuando un gran grito se escuchó, si hubieran pájaros en los arboles en esas épocas del año, de seguro que habrían salido volando.

—¡No! ¡Suéltame, Bakayama! ¡Ya no creo que esto sea una buena idea!

Hinata estaba siendo arrastrado en la fría nieve mientras un gran lobo de pelaje oscuro le tenía agarrado de la bufanda que traía puesta, era el mismo lobo que se había convertido en su falsa pareja hace un poco de cinco días atrás.

Esos días juntos habían sido agradables, aunque la razón era porque necesitaban mezclar sus aromas, que el del alfa estuviera en el del omega y viceversa, de otra manera quizás la manada no creería que eran ya una pareja.

Conocer a alguien nuevo y ya no estar solo lograba provocar nuevas sensaciones en Hinata y notaba que el lobo que vivía en su interior estaba algo más animado que antes, se sentía cálido a pesar de la fría actitud que su compañero podía adoptar en momentos.

Haber salido a buscar leña en sus formas humanas no sonó tan mala idea al principio, sobre todo porque ahora tenían como abrigarse gracias a que Tobio había traído algunas ropas suyas y mantas desde su aldea.

Pero aquello no era más que una treta del lobo para anunciarle que hoy lo llevaría a la manada para presentarlo como su pareja destinada y futuro esposo.

Sin delicadeza alguna, el chico fue lanzado dentro de la cueva y el gran animal se quedó en la entrada para evitar que volviera a escapar.

—¡E-Eso dolió, idiota! —Lloriqueó desde el suelo y no recibió más que indiferencia de parte del lobo.

Era como si con su mirada le dijera lo poco que le importaba.

Tomándolo como una gran ofensa y un desafío a escapar de sus garras, Hinata tomó su forma lobo y corrió en un intento de taclear a Kageyama, pero como era de esperarse, salió rodando hacia atrás sin siquiera mover un milímetro al alfa.

Se levantó en sus cuatro patas y empezó un nuevo intento de escape, rodeó al animal por la derecha para salir por allí, pero este se movió hacia el mismo lado, y para cuando lo intentó por la izquierda, Kageyama repitió sus acciones.

—¡Grr! —Un pequeño gruñido salió del pecho del lobo de pelaje anaranjado, como si le estuviera ordenando que se moviera.

Kageyama soltó un suspiro y se acercó al omega, comenzó a pasar su cabeza por el pequeño cuerpo, queriendo que se calmara un poco y que accediera a hablar para poder explicarle la razón de su decisión.

Pensaba que lo había logrado cuando sintió que el lobo correspondía la caricia, en su oreja se clavaron unos colmillos y eso fue la gota que rebalsó el vaso que contenía su paciencia.

Con fuerza, se abalanzó encima del cachorro hasta tumbarlo en el suelo, se encargaría de recordarle que no era el futuro líder de su manada por nada.

La espalda de Hinata se golpeó contra el suelo, abrió la boca para mostrarle los dientes al lobo, pero este fue más rápido y lo hizo primero, asustándolo un poco.

Shōyō se vio atrapado en la mirada azul del lobo.

¿Cómo era posible que aún estando en su forma de animal los encantos de Kageyama le tenían embelesado?

¿Cómo era posible que un animal tan feroz y malditamente arrogante le tenía a sus pies?

O bueno, patas en este caso.

El cachorro que trajo el invierno [KageHina]Where stories live. Discover now