"Pequeños detalles en el mundo"

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No podía ver el balón por la luz de la lámpara que se encargaba de alumbrar a la cancha, aún así intentó dirigir un pase para su compañera más cercana; María.
Un poco adelantado pero acertado,
María logro controlar y avanzar burlando a una defensa contraria y llegar frente a la portería.

Se jugaban los cuartos de final.
En este partido se enfrentaban Barchet y Real Montemayor. Aunque parecía que Barchet dominaba por completo el juego y mantenían el balón más de su lado, iban perdiendo a un gol de Real Montemayor.
Juliet bajaba a ayudar a la defensa y volvía a subir acompañada de María, la otra delantera. Marieta por más que intentaba subir también le era difícil volver a bajar y proteger su posición.
Les quedaban solo quince minutos y si no metían dos goles se tendrían que despedir del trofeo Campeonas.

—¡Suban! —grito Samanta. Su portera.

El balón había llegado hasta el otro extremo de la cancha por lo que la portera contraria no espero y se acercó a recibir, había salido con los puños por delante dispuesta a despejar. Mala idea.
María noto el error de la portera, había salido de su área y golpeó el balón con los puños.

—¡Mano, Mano! —grito en dirección a la árbitro que ya había notado el error, se llevó su silbato a la boca y pito.

Juliet tenía que anotar ese gol o se odiaría al saber que posiblemente por su culpa se quedaron en cuartos de final.
Recorriendo tres pasos largos hacia atrás miro a la portera que la intimidaba moviense de un lado a otro y revoloteando las manos quién sabe para qué. Quizá de esa manera Juliet sabría qué no queda espacio para poder anotar.
Recordó la madrugada de ese día, la tanda de penales y un montón de retos mas que había tenido junto a su supuesta némesis.
Con una sonrisa miro a las gradas topando su mirada con la de Michell.
Confundida de verla sentada allí, toda despreocupada y fingiendo que Juliet no la había visto no escuchó cuando el silbato de la árbitro ya había sonado indicando que podía tirar.

Roberta la hizo espabilar rápido o se ganaría una tarjeta amarilla por tardar tanto.
Miro un espacio libre entre las piernas de la portera, con su fuerte pie lanzó un tiro con potencia difícil de persibir y actuar para evitar el gol.

Corrió por el balón para ponerlo en la media y así evitar perder más tiempo. Con ese gol ya estaban empatadas, el próximo equipo en meter gol pasaría a semifinales y estará más cerca de tomar el trofeo entre sus manos.

Solo cinco minutos restantes, el balón había salido de la cancha, era tiro libre a favor de Barchet, Roberta era la encargada de asistir a alguien para el gol. La última jugada, la última oportunidad de gol y evitarse más tiempo de juego.
El balón volvió a volar por los aires, todas las jugadoras saltaron para anotar y de igual manera para alejar el peligro.
Una defensa de Real Montemayor logro alejarla con un fuerte cabezazo, Juliet fue la única que pudo reaccionar a tiempo y tomar el balón para pegar con dirección a la portería.

La porra se volvió loca, todos gritaban el gol que Juliet acababa de hacer a solo dos minutos del final. Todos menos ese asiento en lo más alto de las gradas, esa chica de cabello azul no gritaba ni parecía Feliz de que la de cabello rosado anotará su gol número 22 del torneo y el que les daba el pase para semifinales.

Cuando el partido finalizó un par de minutos después de que Juliet anotará, Michell miro con enojo que de seguro Barchet, por quinto año consecutivo, estaría en la final del torneo.
Esa idea que ella misma empleo le hizo sentir rabia de solo imaginar que de nuevo se enfrentarian en la final y solo una de las dos podía salir campeona.
Ya le había arrebatado tres trofeos en cuatro finales pasadas, dos reconocimientos por mejor jugadora y otros dos por goleadora.

No pensaba permitir que este año sucediera lo mismo, no aceptaría que ella volviera a ganar, por supuesto que no.
Se había propuesto y obligado a sí misma que en su partido del día siguiente tenía que anotar al menos cuatro goles para adelantarse a Juliet en el número de goles anotados. Esta vez todos los premios serían suyos.

Mi mejor rivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora