Capítulo 17: Promesas silenciosas

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Capítulo 17: Promesas silenciosas.

SHARLA.

Una semana hace desde que Zara no me habla. Bueno, desde que no la busco.

Y ustedes dirán ¿Por qué mierda no le escribiste? Porque soy estúpida, porque tengo miedo de hablarle y porque no saco de mi cabeza las cosas que dijo.

Si, ella tenía razón. No puedo culparla por preocuparse, pero ¿acaso yo no debía cometer mis propios errores?

Por esa razón no entendía la reacción de Zara, es decir, no podía culparla por protegerme, pero era mi vida.

Vuelvo la vista a la lista de regalos para la boda y suelto el aire de forma exagerada entrando a la tienda que Zara me había pedido específicamente querer que compre todo.

Le agradezco a la chica cuando me da el aparato con nombre que no tengo ni idea, y comienzo a caminar por los pasillos viendo los grandes estantes llenos de accesorios totalmente estúpidos e inútiles.

—¿Para qué mierda necesitas una estatua de oro, Zara? —me quejo.

—Porque se ve bonita con el cuadro de la entrada —su voz me hace tensarme.

Trago saliva volteando lentamente y frunzo la nariz.

—Creí que vendría Vicenzo con Jareth —murmuro mirándola, sintiéndome incomoda.

Ella me mira sin ninguna expresión en el rostro, no hay enfado, ni dolor, ni alegría, no hay nada ahí.

—Vicenzo está estacionando el coche, Jareth no podía venir —marca en el aparato la estatuilla y camina— ¿Realmente esperaban que los dejara a ustedes tres y una lista?

Su voz es divertida, pero a la vez seca, trago otra vez.

—Te escribí —murmuro bajo viendo como marca un florero.

—Que raro, cuando vi esta mañana, mi teléfono no tenia ninguna notificación.

—Me arrepentí, no sabia que decir, era muy pobre el mensaje.

Ella chasquea la lengua mientras se mueve con elegancia por todo el lugar. La detallo mejor viendo que lleva una blusa negra con mangas, un jean rasgado y unos zapatos de tacón. Alzo una ceja viendo que algunos trabajadores babean sobre su escote.

—Qué raro tenerte en modo tímida —la brusquedad de su voz me duele.

La jalo del brazo volteándola y mi mirada cae en sus tetas, bueno, mierda, ya entendía porque babeaban tanto. Me concentro en sus ojos, decidida a acabar con esta pelea que se alargó a más.

—Hice mal en querer usar a una chica para mostrar el hecho, y lo siento —la miro seria—. Pero no puedes ser una completa estúpida conmigo solo por besarme con ella.

Suelta el aire y frunce el ceño.

—Fuiste totalmente hiriente cuando dijiste que soy perfecta —su labio tiembla.

—¡Pero lo eres! —exclamo—. Eres tan linda y tan correcta, y eres la persona más buena y bondadosa que conozco en la maldita vida.

—¡Maldita sea, no lo soy! —jadeo, sorprendida de oír el insulto viniendo de ella— ¿Crees que mi vida es perfecta? Déjame abrirte los ojos ¡No lo es! Tengo discusiones con Vicenzo hace más de un mes y créeme que trato de hacer las cosas bien. Pero simplemente no puedo, estoy ahogada. La boda me tiene estresada, él trabaja muchísimo y viene a casa a las tantas, o al menos es lo que dice sobre el trabajo. No puedo tener hijos —ríe histéricamente y no digo nada del shock. Sus ojos se cristalizan mientras sigue hablando sin respiro.

El Karma de JarethWhere stories live. Discover now