"Si la vida te critica por vivirla, habla con su archienemigo, él te entenderá."
El cielo se encuentra ligeramente más despejado que de costumbre, logrando que la tenebrosa morada de la muerte no se vea tan siniestra.
Los pequeños rayos de sol que se cuelan e intentan abrirse paso entre las nubes caen sobre las flores de la entrada del jardín delantero de la parca. Además de caer también sobre nuestro nuevo invitado.
¿O debería decir nueva invitada?
Su largo cabello marrón y rizado, al juntarse con los rayos de sol, hacen notar tonalidades anaranjadas en él y el poco viento que hay lo hacen moverse de forma leve.
Con sus oscuras, robustas y nada delgadas manos, acaricia un mar pacífico que posee rocío encima. Uno tan rojo que parece haber sido blanco antes y luego manchado con tanta sangre que lo volvió así.
Se inclina a olerlo y curva sus labios formando una sonrisa después de olfatearlo.
—Que maravilloso olor tienen las flores; tan dulces y delicadas, que una tormenta puede quitarle su vida y aún así siguen bellas y hermosas, diciendo que pueden soportar eso y más —comenta para sí mismo.
Alza la vista hacia el cielo pero parece que la claridad le molesta ya que se cubre con una mano, como si estuviera saludando a un militar. Aunque al achicar los ojos, tipo los asiáticos, comienza a visualizar una sombra que mientras más se acerca, más la reconoce.
—Ese cuerpo blanco, gordo y peludo lo reconocería en cualquier parte —habla bajo antes de que llegue Shin a su lado—. Hola, padre —su voz se sintió asqueada, la forma en que frunce el ceño y la mirada que atravesaría mil cuchillos por el cuerpo del shinigami, dan a demostrar el increíble asco que le debe tener.
—Hola, Carlos. —Sonríe de forma ladina, junto a esa gran barba café, se nota todo un gilipollas.
—¡Te he dicho cientos de veces que ya no soy Carlos! ¡Soy Carla! —Se levanta abruptamente y grita a todo pulmón a la vez que se sostiene el pecho con una mano.
—¿Oh? ¿Te atreves a retarme? —se acerca peligrosamente a Carla— Si eres una chica, debes estar impaciente porque te toque y te folle como aquella vez. ¿Verdad, cerdita? —le separa la mano del pecho plano de Carla y se relame los labios— No me puedes negar que te encantó como te toqué, manosié y follé encima del sofá aquel cuerpecito pequeño y delgado que decías que era de mujer, Carlos —se aproxima, quedándose a tan solo escasos centímetros de distancia entre ambos rostros.
«Dime, cerdito. ¿Aún recuerdas las otras veces que lo pasamos bien mientras tu mamá nos observaba con deseo? De seguro te has quedado con ganas de repetirlo miles de veces —la respiración acelerada, sus ojos llenos de furia y la forma en que aprieta su otro puño me hacen pensar cuánto tuvo que aguantar Carlos, o Carla, ya ni sé.
Con su mano libre empuja a su padre unos pocos metros y sin pensarlo dos veces hace impactar su puño en la mejilla de la muerte. Logrando que esta actúe como si estuviera escupiendo algo aunque en verdad ni agua tiene para escupir en su interior.
—¡Ya no soy ese niñato al que podías violar para satisfacer tus deseos, Kevin! —su porte firme y la forma en que se contraen sus músculos, listo para dar guerra, demuestran lo preparado que está para que no vuelva a pasar.
«¡Ahora soy toda una mujer! Sin importar que no pude completar mi meta de cambiarme de género por unos homófobos de mierda que me mataron a golpes —la furia, el enojo y enfado en su interior salen a la luz-. No voy a dejar más nunca que nadie que no quiera me ponga una mano encima.
«No dejaré que por haber nacido mujer con el cuerpo de un hombre me sobrevaloren. Ni porque Claudia me vestía de mujer de pequeña, ni porque amaba el maquillaje, ni por mucho que me violadas, humillaras o maltrataras dejaría ni dejaré mi sueño de ser una mujer —lágrimas de rabia inundan sus ojos, haciendo que su visión se vuelva borrosa, sin dejarlas ir.
«Trabajé de prostituta, stripper, chico y chica de compañía, camarero, camella. ¿Crees que ahora me vas a tener temblando bajo tus pies como antes? —suelta una carcajada, dejando de lado ese tono de voz agudo y mostrando su verdadera voz varonil— No te confundas gilipollas, ya no soy como antes, ahora soy Carla multiplicada por mil.
Su mirada era una mezcla entre un gran volcán luego de su erupción y una tormenta de las fuertes apenas empezando.
La muerte, al ver su reacción comienza a reírse a los cuatro vientos, empezando a mostrar su verdadera personalidad y apariencia.
—Lo bueno es que ya no tendrás que soportar a ese viejo desagradable más, aunque lo malo es que estás muerta, Carla. ¿Lo sabes, verdad? —comenta ladeando la cabeza.
—Si, lo sé muy bien —se permite finalmente soltar el mar de lágrimas que llevaba controlando un buen rato, haciendo que sus esferas azules se vieran más claras de lo usual—. Pero cabía la posibilidad de que mis padres también estuvieran muertos. ¡Ah, que mal! —muestra una pequeña, triste pero honesta sonrisa— Tenía la esperanza de darles una buena patada en el trasero cuando los encontrara en el infierno.
—Allá están —la cabeza de la invitada se inclina un poco a la vez que frunce las cejas—, en el infierno —aclara—. Murieron hace un tiempo, lo que ahora no recuerdo de qué.
—Entonces los veré en el infierno.
—No, tú no irás al infierno. Ya viste la parte mala de la vida pero necesito que veas también la parte buena ya que no es justo para ti.
«¿No te sorprendió mi verdadera apariencia? —Carla niega— ¿Por qué?
—Porque asimilé que estaría muerta desde que vi la cantidad de pandilleros homófobos que venían. Sabía que ni en sueños podría con ellos. ¿Esto sería todo, no?
—Así es —le responde la parca a la vez que hace aparecer su palanca y envía a Carla a renacer.
Capítulo dedicado a DianaFerrerC.
Felíz cumple, pelirroja❤
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Enamorados de la Muerte [✓]
ParanormalLa muerte es algo, a lo que diría yo, todos le temen. Siempre la describen como algo de aspecto horroroso, espeluznante, que nos quita lo que más queremos: la vida. Dicen que es "algo" que espanta a cualquiera, pero... ¿Y si en vez de espantar, atra...