7. Hogar

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Jiang Cheng aspira una gran bocanada de aire, llenándose los pulmones de un suave olor a jazmín.

Al sentirse rodeado de él deja escapar un gruñidito bajo de satisfacción.

Ese olor siempre le hace sentirse en casa, en un lugar seguro, protegido de todo lo malo, pero, sobre todo, amado. Cuando se siente rodeado de él inmediatamente piensa en el hogar.

Abraza aún más la túnica que tiene entre sus manos, queriendo sentir así que abraza a su dueño y no solo al pedazo de tela. Ojalá estuviera ahí, devolviendo su abrazo.

Aspira una vez más y se retira la túnica exterior blanca con patrones de nubes de la nariz, suspirando cansado, añorando a la persona a la que pertenece.

Cuando se da la vuelta con la túnica en las manos para guardarla donde estaba y ponerse de una vez por todas con el papeleo del día, se queda estático en el lugar al ver que, como si su deseo hubiera sido escuchado por los dioses, la persona dueña de la túnica se encuentra justo enfrente suya, a unos pasos de la puerta, sonriéndole con infinito cariño y con una mirada divertida que no augura nada bueno.

El Líder de Secta Jiang siente cómo la sangre se arremolina en sus mejillas, algo que solo le pasa cuando está con él, porque aparte de este hombre no queda nadie con vida que sea capaz de lograr que Sandu ShengShou se sonroje.

-Buenos días, WanYin - saluda el Líder de Secta Lan con toda la tranquilidad del mundo, pero tanto su sonrisa como su mirada le dicen que ha visto cómo olía la túnica que depositó sobre su cuerpo desnudo dormido antes de partir hacia los Recesos de la Nube la última vez que yacieron juntos hace menos de una semana.

-¿Q-que - carraspea y se obliga a calmarse, aun cuando es consciente de que su cara no puede estar más roja de lo que ya está - ¿Qué estás haciendo aquí? - Termina por preguntar, sumamente impactado de verlo hoy, porque está completamente seguro de que la próxima vez que acordaron verse sería dentro de dos días.

-He tenido que ocuparme personalmente de un asunto en la frontera que separa Gusu y Yunmeng, así que me he desviado ligeramente en el camino de regreso para hacer una visita rápida a mi querido nanpengyu – explica – veo que me has echado mucho de menos – dice con un tono pícaro, dirigiendo una mirada a la túnica blanca y azul que todavía sostiene en las manos.

Jiang Cheng podría decir que se sonroja aún más si eso fuera posible, porque está seguro de que su cara no puede estar más caliente y se apresura a guardar el trozo de tela detrás suya, como si su interlocutor no la hubiera visto o como si con eso la hubiera hecho desaparecer.

Después de su acto desesperado e inútil, mientras mantiene la vista en cualquier parte menos en el hombre tremendamente guapo que aguarda a unos pasos de él, escucha una carcajada tan cristalina que hace que el corazón le lata más rápido y su respiración se entrecorte. Por los dioses, cuánto quiere a ese tonto.

Lo siguiente que su mente avergonzada registra es que hay unos brazos que rodean su cintura y una presencia pegada contra su cuerpo, lo que le hace sobresaltarse ligeramente.

Lan XiChen coge su barbilla y le hace alzar el rostro para mirar esos ojos color oro viejo que siempre envían un calor agradable por todo su pecho.

-Dime, WanYin – exige con una voz baja y ronca, tremendamente sexy, cómo todo él - ¿me has echado de menos?

Ante su pregunta, Jiang Cheng parece volver a la realidad y se aparta del contrario, recuperando su expresión normal, con el ceño fruncido y los labios torcidos para evitar que se le escape la sonrisa de felicidad que le pica en los labios.

-Claro que no – responde, con su característica expresión molesta, como si ZeWu-Jun hubiera hecho algo para agraviarlo profundamente en vez de abrazarlo.

oneshots XiChengWhere stories live. Discover now