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Lujuria.

Nadie entendería como la lujuria recorre cada parte de mí, consumiendo cada fibra de mí ser.

Es como ese dulce néctar o elixir que necesito para vivir.

La lujuria, mi Dulce Pecado esa exquisita carga que llevo conmigo cada día, créeme cuando te digo que por mas que lo he intentado, no he podido calmar ese fuego que habita en mí.

Nuevamente es viernes y no se cuanto tiempo ha pasado desde que llegué a este departamento que mantiene encerrado el mas placentero deseo.

Desde que atravieso esa puerta un escalofrío recorre mí cuerpo, mí corazón se comprime al verlo ahí, sentado en un sillón de su sala con un trago entre sus manos.

Apesar de que lo veo todos los días, mí cuerpo espera con ansias el dichoso viernes, ya que es el único día donde podemos consumir ese pecado que compartimos.

El silencio apenas es interrumpido por el suave tic-tac que dicta un reloj.

Él no dice nada y tampoco necesita hablar ya que ambos sabemos lo que se aproxima, me quedo largos segundos observándolo, se que acaba de darse un baño por su aún húmedo cabello, su dorso se encuentra desnudo y su parte baja es cubierta por un pantalón de pijama de color negro.

Está recostado en el sillón, en sus labios se dibuja una sonrisa tan típica de él y apenas veo cuando lentamente mueve esos labios para susurrar.
- Ven aquí -.

Mis piernas obedecen la orden rápidamente, pero mis pasos son lentos al momento de avanzar hasta él, lo veo mojar sus labios cuando estoy justo frente a él, su vista viaja por todo mí cuerpo detallando lentamente cada prenda que ando puesta.

Él estira su mano en dirección mía la cual tomo sin dudar, tira levemente de mí obligándome a quedar a horcajadas sobre él, sonrió al sentir levemente su  erección, se que él desea exactamente lo mismo que yo.

Sus labios rozan los míos y sobre ellos dice:
- Te he extrañado tanto, pequeña -.

Y claro que yo también lo he extrañado, besé suavemente sus labios, quería transmitir cada sentimiento que él despertaba en mí con ese erótico roce.

No quería perder ni un minuto mas, así que me levanté de él, sus ojos mostraron una leve confusión, pero volvió a sonreír cuando yo misma comencé a quitar mí ropa frente a él.

Su mirada estaba atenta a cada detalle por pequeño que fuera y cuando la última prenda cayó, él se levantó y avanzó hacía mí, sus ojos una vez mas recorrieron mí cuerpo, no sentía vergüenza ya que en muchas ocasiones él me había dejado en claro que para él mí cuerpo era un hermoso lienzo.

Sus manos se aferraron a mí cintura y yo enrede las mías detrás de su cuello y un nuevo beso nos unió a ambos.

Sentí frío cuando sus manos dejaron mí cuerpo y me aferré mas a él mientras deslizaba su pantalón de pijama junto con su bóxer hasta quedar desnudo, pasé mis manos por pecho y lo empujé lentamente hasta que volvió a quedar recostado en el sillón, una vez mas me coloque sobre él y comencé a mover mí cadera haciendo que el roce de nuestras entrepiernas se sintiera exquisito.

Coloque su miembro en mí entrada y ahí comencé a deslizarme poco a poco dejando una dolorosa satisfacción, él se estaba conteniendo, sabía que quería hacerlo fuerte como a él le gustaba, pero yo quería torturarlo un poco, pero él no aguantó mucho tiempo y tomando mis caderas se abrió paso en mí interior de una sola estocada, un jadeo dejó nuestros labios, la sensación era exquisita.

¿Así lo quieres?, Pues así lo tendrás.

Comencé a moverme sobre él marcando un ritmo fuerte y preciso, sus gemidos chocaban en mis labios y sus manos se aferraron a mí cuerpo, esta vez era yo la que tenía el control, esa noche fui yo la que escuchó sus gemidos de placer, esa noche fue la primera de muchas donde le demostré que yo también era capaz de arrastrarlo a mí infierno.

DOLCE PECCATO +18Where stories live. Discover now