Capítulo 1: Recuperación

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En el amanecer, Katsuki no pegó el sueño en toda la noche, había cuidado y atendido la fiebre del alfa que dormía agotado. Ya recuperado, Midoriya despertó y de a pocos fue recobrando noción de la realidad. Una vez la obtuvo, no tuvo tiempo de procesar todo lo vivido, es decir, seguía vivo, increíble. Luego de una corta explicación del porqué de las compresas y el termómetro usado, el alfa no dejaba de pedir disculpas por ponerlo en un aprieto difícil como ese recibiendo reprimendas por parte del sulfurado omega que repetía una y mil veces que fue su idea, y que si realmente lo lamentara no hubiera estado moribundo en un cuarto de quinta sin pedir una mísera ayuda.

Yendo a la parte lógica, lo dicho por Katsuki carecía completamente de ello. Cualquiera sabe que al momento que un alfa u omega deshace una unión fuerte de años, es razón de una muerte segura y lenta. Al principio puede que el lobo sólo se esconda en el interior, chille decaído, y por consecuencia, traiga la pérdida de aroma y la debilidad de su mitad lobuna. El único refugio que lo reconfortaba, irónicamente, era también su veneno. La toxina que más dañaba y que permanecía vigente en su memoria. Se negaba a condenar su exilio, puesto que eran sus preciados recuerdos los principales criminales en este asunto.

Aquellos que resguardó en una mazmorra bajo llave, los que consintió al visitar y mantuvo intactos por ser considerados su mayor tesoro. Su convicción tambalea a la hora de apartarlos, saben seducirlo cual serpiente. Lo atacan y él no se resiste ardiendo las heridas que jamás cicatrizan por querer revivir un pasado que afecta debidamente su salud emocional. Definida de otro modo como la zona de confort a la que humano y lobo les fascina extraviarse, cosa muy común en los últimos alientos dados a días de perecer en su deceso.

Los lobos sí morían por amor.

En conclusión, no existía salvación. Izuku era consciente de su destino, su omega sería feliz de esa forma. Qué más daba la vida si su predestinada ya no lo amaba. Porque sí, él la consideraba así. Creyó ferviamente en haber encontrado a su otra mitad en ella.

Entonces sucedería lo que tenía que pasar. En ese instante que su cuerpo pidió el descanso eterno y consideró que la muerte por fin vino a reclamar su alma fue que la lógica desapareció de nuevo. Como siempre alguien desafiaba lo que otros no pudieron. Conseguir un trato con la misma muerte, crear una alternativa diferente, ese era Bakugo Katsuki. Aparecía como un haz de luz en medio de la devastación y, sin darse cuenta, brillaba más que nadie. Produciendo una onda expansiva que su lobo no pasaba desapercibido, devolviendo su energía vital en un instante, originando el renacer de su alma.

Es por eso que Izuku calló al instante arrepentido. Kacchan reflejaba preocupación en su mirada escarlata, no quería verlo irse. No lo dejaría solo aunque los separase miles de kilómetros.

Agradecía a la madre luna por haber integrado a alguien como Kacchan en su vida cuando más lo necesitaba.

Y hablando de kilómetros, el cenizo relató el motivo de su llegada a tierras niponas. Regresó a su país por la oportunidad que le ofrecieron en la sucursal principal del restaurante en el que trabajó todos estos años. Izuku no pudo estar más encandilado por la noticia, le agradaba saber que su amigo tuvo éxito en el extranjero. Aunque era de Kacchan de quien se hablaba, el éxito lo perseguía a donde vaya.

Estaría en el local ubicado en su ciudad natal, eso significaba que podría verlo más seguido y charlar con él. Así fue que vino la siguiente parte de su historia. Este al regresar a Japón, no tenía lugar en el cual hospedarse. Si bien él ganaba muy bien, sus tarjetas de crédito se encontraban en el tarjetero que colocó en la maleta y demoraban en entregar. Le darían respuesta recién por la tarde. Maldijo el momento en que no los puso en la billetera convencional por salir apresurado al aereopuerto. Necesitaba un lugar donde pasar la noche y la casa del alfa era la más cercana, conociendo a la novia, ella no se quejaría de tenerlo una noche allí. No era ninguna amenaza a los ojos de la omega. En la dirección de la residencia Midoriya, la castaña fue quien le abrió la puerta y le dio indicaciones del departamento en el que vivía actualmente. Dedujo que pelearon y se separaron, aunque siendo testigo de lo melosa que resultaba ser esa pareja, no le sorprendería que regresaran al mes. En fin, el alfa iba recuperándose a medida que dormía y tomaba el medicamento -Katsuki lo encontró-, recomendado por el doctor los primeros días que sintió cansancio. Su cabello opaco recobraba brillo de la misma forma que sus ojos esmeralda lo hacían. El resto lo rescataría a base de una buena alimentación y ejercicio. Pero volviendo a su problema, Izuku ofreció dejarlo vivir con él. El departamento era pequeño y acogedor podría darle la cama al omega mientras él dormía en un colchón inflable por un par de días. Bakugo agradeció el gesto por no tener más opción. Es de esa manera que ambos convivirían bajo un mismo techo.

Marca mi Corazón [DEKUBAKU]Where stories live. Discover now