"Dicen que a los hombres se los conquista por el estómago.. ¿tú que crees?"
[Dulce Heterocromía]
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Creo que esa fue la mejor comida que probé en mi vida, fue eso o tremendo hombre que preparó tales manjares.
Sin duda, los Asahina tienen buenos genes~
La cena había terminado hace unos cuántos minutos atrás, entre risas y anécdotas, sin contar la enorme lista de preguntas que tuve que responder de los integrantes de esta peculiar familia, sobre todo de ese 'ancianito parlanchín', de nombre Sobaco o Tsubaki, aunque su gemelo tampoco se quedaba atrás. Eran los que más preguntaban. Sin contar a la cosita de Wataru que parecía haberse comido un lorito.
Y ahora, era guiada hacia lo que sería mi habitación por mi pelirrojo favorito el cual no dejaba de preguntarme si sus hermanos me habían agradado.
─ Tienes una familia bastante única Hiru, te envidio. Te habrás de divertir bastante con ellos.
Lo mire con un puchero que luego paso a ser una sonrisa ladina al ver su cara juguetona.
─ Molestarlos siempre que pueda también cuenta como una forma de diversión. Es una forma de expresar mi cariño ;)
─ Ajá, si tú lo dices ─ rodé los ojos divertida.
Terminamos de subir las escaleras y doblamos el pasillo a la derecha, veía el corredizo con cierta curiosidad. Cada vez esas ganas que me dan por explorar esta casa se vuelven más fuertes.
Al parecer Hiru se dio cuenta por que dijo..
─ Mañana tienes tu día libre, así que puedes revisar la casa de derecho al revés, solo no te vallas a llevar una que otra sorpresita
─ ¿Y eso sería? ─ alcé una ceja.
Él solo sonrió con esa detestable y a la vez encantadora sonrisa.
Al final no me respondió y solo me mostró una llave colgando de un pequeño llavero con mi personaje favorito en versión chibi.
─ Desde hoy mi querida Mie, esta será tu habitación.
Abrió la puerta con una mano, sin dejar de observar mi expresión anonada por lo lindo de la decoración.
─ Wow, ¿y se supone que esto es el ático? ─ pregunté incredúla sin dejar de sonreír ─. ¡Me encanta! ─. Ingresé a la habitación casi corriendo─. ¡Mira este enorme oso de peluche! ¿No es lindo?~─. Lo apapache en mi pecho sientiendo la suavidad de la felpa en mi rostro y por casualidad presioné algo y de la barriga del oso salió una música con una melodía suave y rítmica que resultó ser una balada.