Eres

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Ha pasado un mes, esta ciudad no está tan mal, pero aún no han parado las pesadillas con Lina, los recuerdos de Emily me cuesta reprimirlos por ser los más recientes, y siento que en todo momento pienso solo en ellas dos.

Las clases de literatura han sido muy aburridas sin Emily, aquí me permitieron trabajar solo por el resto del año, aunque es mejor así, extraño cuando ella era mi compañera.

Charlie siempre está en el apartamento después de clases, la mayoría de las veces me quedo en mi habitación por todo el rato o salimos a algún lugar.

Adam ha estado llamando, la mayoría de los días me deja solo un mensaje pidiendo señales de vida de mi parte.

Ahora para asegurarse llama algunas un par de veces a la semana.

—Me alegro que ya te hayas adaptado— comenta Adam del otro lado de la linea— Los chicos no dejan de preguntar por ti.

—Lo sé, ¿cómo está Emily? —tenía que preguntar.

—Ella... Bien, ha estado tranquila —respondió— Jake ha estado muy cambiado, ahora hasta me deja ayudarlo de vez en cuando con el club, ya sabes con los papeles y esas cosas, también ha preguntado por ti.

Sonreí levemente aunque sé que él no puede verme.

— Diles que estoy bien— le pido— ¿Y las cosas con Ray?

Él suspiró.

—No también como quisiera, pero nos estamos dando una oportunidad —me explicó.

—Espero puedan resolverlo.

—Gracias, espero algún día tener el valor de anunciarlo, no sé cómo pueda reaccionar Jake—se escucha algo triste.

—Hey, todo a su tiempo, resuelvan primero las cosas —le aconsejo.

—Bueno, gracias hermano —se escuchaba más animado —Ahora tengo clase, pero hablamos luego, Ioan.

—Está bien salúdame a Ray y a todos, adiós— respondí y después de confirmar su respuesta cuelgo.

Guardo el teléfono en mi bolsillo y me dirijo a las demás clases del día.

«Me quedan solo dos años, solo dos años más»

Me repito a mi mismo todos los días.

La universidad cada vez es más estresante, en clase mi compañero ni siquiera molesta en ayudarme con los trabajos.

La coincidencia es que vivimos en el mismo apartamento.

Debo admitirlo, Charlie es mi amigo, pero a veces me gustaría golpearlo por no ayudarme en los trabajos.

Después de terminar las clases me dirigí a la biblioteca nueva de la universidad, encontré otro lugar secreto para leer sin gente a rededor.

Aunque siempre hay pocas personas, necesito más tiempo a solas.

La habitación habían estanterías llenas de libros antiguos, clásicos, algunos de pasta dura, pero suelo llevar los míos, la única iluminación que había era la de la bombilla en el techo, si eso se pagara quedaría completamente a oscuras.

Llevaba unos minutos ahí.

Mientras leía, escuché la puerta abrirse, pero no miré quién era.

—Disculpa, estás en mi lugar—escuché una voz femenina.

Alcé un poco la vista, una chica de cabello negro con algo de reflejos rojos, estatura normal, contextura promedio y con lentes de pasta estaba parada frente a mi, sujetando sus libros.

Las decisiones de Ioan Darko©Where stories live. Discover now