No entendía que es lo que estaba sucediendo. ¿Por qué? ¿Por qué me estoy dejando besar por el Señor Horan? ¿Es que acaso un beso es capaz de tensar mi cuerpo? ¿Qué diablos…?
Mantenía los ojos sobre la puerta, temiendo a que alguien pudiera descubrirnos… Esto esta mal, ¡Muy mal!
Mi cuerpo da un salto instantáneo al sentir las manos del Maestro Horan rozar mis piernas, inútilmente pongo mi mano sobre la suya, deteniendo los movimientos de sus manos queriendo tener mas acceso dentro de mis piernas. Esta vez lo observo y noto como su ceño se frunce al ver que he detenido su mano, lentamente retira sus labios de los míos observando mi mano por encima de la suya.
- Déjame tocarte.- Me dice con una sonrisa en los labios que eriza mi piel, mi corazón comienza a acelerarse al sentirlo mas cercas de mi cuerpo, me observa lentamente las piernas hasta subir a mis pechos.- Haré que quieras mas.
Su mano que permanecía debajo de la mía ha sido zafada debido a la fuerza que el poseía haciendo que mi mano se lastimara con los movimientos bruscos que ha utilizado.
Su mano izquierda rodea mi cuello, lo acaricia y esta vez mi cuerpo se pone alerta al sentir sus labios rozar mi cuello, mi mano derecha actúa por si sola dando en su mejilla un gran golpe que ha sonado por todo el salón de clases, observo su rostro, mis uñas se reflejan contra su piel blanca. Su mirada se endurece, esta molesto ¡es ahora o nunca!
Corro rápidamente hasta tomar mi mochila y salgo del salón de clases sin mirar atrás.
Doblo a la izquierda hacia el baño de mujeres, al entrar el baño de chicas se encontraba despejado, me encierro en uno de los cubícalos y toco mi pecho. Mi corazón late con fuerza, toco mi cuello, mis brazos incluso mis pernas, mi cuerpo esta a una temperatura que nunca había experimentado, estaba caliente hasta las mejillas. Observo al techo al sentir mis ojos llenarse de lagrimas… ¿Que esta pasándome? ¿Por qué estoy llorando de esta manera? ¿Por qué me he dejado tocar por el? ¿Por qué?
Tomo un suspiro al tomar mi móvil y reviso la hora que es. Faltan 25 minutos para mi siguiente clase… Álgebra.
No es posible. No ¡No! , Por mi vida que no asisto a esa clase. Al menos por este momento no.
Hecho uno ojo por cada uno de los pasillos, al no ver nada sospechoso me dirijo a la cafetería por algo de comer.
- Un sandwich partido a la mitad y un jugo de manzana, Por favor.- Le digo a la mujer que se encarga de registrar los pedidos, pago con un billete de 10 dólares y la veo alejarse por mi orden.
Nuevamente vigilo a mi alrededor en busca de una mesa que se encuentre vacía y lo bastantemente lejos de la puerta de entrada.
- 5 dolares tu cambio, muchas gracias.- Sonríe amablemente y asiento ante su gesto.
Al no encontrar una mesa vacía, le tomo un trago al jugo de manzana dirigiéndome hacia la cancha de fútbol americano, hoy no hay entrenamiento y lo que necesito es respirar aire fresco sola.
Veo el ultimo trozo de sándwich que ha quedado, hago mal gesto puesto que me he llenado, lo dejo sobre el plato desechable y me tiro al césped observando el cielo, las nubes y la fuerza con la que brilla el sol.
Las manos del Señor Horan son proyectadas por mis pensamientos… Aun no podía creer lo que había sucedido. ¿Por que siempre eres tan idiota __________...? ¿Es que acaso se te ha olvidado que es tu maestro? ¡Tu maestro!
Un asqueroso maestro que suele meterse con cualquier estudiante. ¡Es repugnante! ¡Que falta de moral!
Agito mi cabeza al darme cuenta que me ha comenzado un terrible dolor de cabeza. Joder, necesito irme a casa.
Es la tercera, cuarta y quinta vez que observo los pasillos que se dirigen a la entrada y salida del Instituto.
Haría cualquier cosa por no toparme al Maestro Horan nunca mas. Pero eso es absolutamente imposible.
