El Bosque - 1

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Carlos arrojó la cabeza a los pies de Martín, no podía creerlo. Su mejor amiga, con quien compartió tanto, ahora está muerta. No quiere recordar su nombre, su voz le horroriza pero mientras la sangre corre de su cuello y se esparce por la tierra infértil entre las hojas secas y el excremento de los animales salvajes, solo piensa en ella. No tolera que sus manos ya no tengan calor, que sus manos ya no existan, jamás había visto algo semejante pero a veces la realidad nos patea de maneras excepcionales. 

Sentía que de entre sus dientes llenos de tierra y esa mueca de desesperación aún estaba ella, hablando sobre sus deseos y ropa favorita, algo que ahora ya no tiene sentido. No se explica el realismo de la situación, Martín solo observa el corte, limpio pero asqueroso. 

-La muerte no ha tratado bien tu cabeza Eli- Dijo entre sollozos y en tono irónico. 

Carlos parpadeo en señal de aprobación para un comentario semejante y sonrió levemente aunque entre lágrimas que se escapaban por la impotencia e ira. Martín en un solo movimiento puso su bolsa de deportista abierta en el suelo y tomó el cabello áspero y débil de Eli, evitó su rostro porque sabía lo que sus ojos sin luz significaban pero al ver que la carne colgaba sin ninguna resistencia soltó la cabeza manchando sus zapatos.

-¿Puedes tener más cuidado? Se que no lo siente pero no resisto esto-. Dijo Carlos sintiéndose responsable de su muerte.

-Es mi primera vez manejando un cadáver, mi primera vez cargando a un ser querido... Estoy intentando ser cuidadoso pero no puedo evitar el miedo al pensar que de esto, solo nos salvará el tiempo.

-No quiero pensar así... solo carga a Eli un momento, luego será mi turno.

Con el mismo movimiento, tomó a Eli del cabello y la acomodó en la bolsa. Soltó sus restos de inmediato y un golpe seco anunció su llegada al suelo.  Martín tragaba saliva por miedo a la reacción de Carlos pero su mochila estaba lista para continuar así que decidió levantarse y suspirar. 

Al paso actual aquel hombre los alcanzaría y estaban seguros que ese sería su fin. Aún hay esperanza, no tiene sentido caminar entre la maleza pero ahora es todo lo que tienen y lo que menos desean escuchar son pasos extra o el silencio del bosque, por que su presencia estaba ahí. Él estaba ahí, observando...



Por tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora