Capítulo 5

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El taller de los Oh se encontraba en las afueras. Sehun acababa de entregar un Shelby a su dueño, un tipo enamorado de los coches antiguos y con mucha pasta que gastar; y estaba seguro de que volvería. El hombre había quedado impresionado con el trabajo de JongIn. Se despidió de él, tras cobrar una buena propina, y fue directamente a la oficina en busca de las llaves. Era hora de cerrar.

Se encontró a JongIn durmiendo en el sofá. Su amigo parecía de verdad cansado y no quiso despertarlo. Se sentó a la mesa y contó el dinero que habían ingresado a lo largo del día. Lo guardó en una pequeña caja fuerte bajo la mesa, menos 117 wons que dobló en su mano. Se acercó a JongIn con intención de meterle la pasta en el bolsillo de la camisa, junto con la llave para que pudiera cerrar cuando despertara. Se inclinó con cuidado sobre él. Dudó un segundo. Su amigo parecía demasiado tenso, tenía los puños apretados y sus ojos no dejaban de moverse bajo los párpados. 

Lo que estuviera soñando no parecía bueno. Alargó la mano con el dinero colgando de las puntas de los dedos. Ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de nada. Una mano lo cogió por el cuello y acabó de espaldas, espatarrado en el suelo, sin apenas poder respirar y con un puño a milímetros de su cara. JongIn jadeaba sobre él con expresión de terror y los ojos muy abiertos.

—¡JongIn, soy yo! Soy yo, tío —gritó, aguantando aquel puño por la muñeca para que no aterrizara en su cara.

JongIn parpadeó y miró a Sehun. Después, sus ojos recorrieron el entorno asimilando dónde se encontraba. Se apartó de un salto y apoyó la espalda en el sofá mientras se pasaba las manos por la cara.

—Lo siento —se disculpó.

—¿Qué diablos estabas soñando? —preguntó Sehun en cuanto recobró el funcionamiento de sus cuerdas vocales.

—No sé. Tenía una pesadilla...Estaba con mi padre...mi hermano y ositos. Ositos por todas partes —dijo en un susurro.

—¿Ositos? ¿Qué mierda de sueño es eso? —dijo Sehun, arrugando la frente. Se quedó mirando a su amigo. Apoyó los codos en las rodillas y se dejó caer contra la mesa—. Sabes que tu viejo ya no puede hacerte nada, ¿verdad? —JongIn asintió.

— Y aun así sigues teniendo pesadillas. — JongIn volvió a asentir.
—Creía que, después de cuatro años fuera de aquí, lo habrías superado.

—No se supera —masculló JongIn poniéndose en pie—. Unas veces se soporta mejor que otras, pero no se supera. Él se encargó de que así fuera, y lo hizo a conciencia. A todo esto, ¿qué cojones estabas haciendo sobre mí, ibas a besarme o qué?

Sehun sonrió y se frotó la nariz antes de coger el dinero que había caído al suelo.

—Iba a pagarte por el Shelby. El tipo estaba contento y ha sido generoso, pero acabo de cambiar de opinión, capullo.

Le enseñó los billetes, agitándolos en el aire.

—Dame la pasta —le pidió JongIn con una sonrisa de oreja a oreja. Tomó el dinero y se lo guardó en el bolsillo—. Unos cuantos como este y tendré para el tejado.

El teléfono sobre la mesa comenzó a sonar. Sehun alargó la mano por encima de su cabeza.

—Taller Oh —contestó. La expresión de su rostro cambió—. Tranquilízate, mamá. Iré a buscarle, ¿vale? Sí, le llevaré a casa. Tranquila, creo que sé dónde está. —Colgó el teléfono y se puso en pie de un salto.

—¿Qué pasa? —preguntó JongIn, intuyendo que algo no iba bien.

—Es mi hermano. Ese gilipollas va a conseguir que mis padres enfermen con tantos disgustos.

SIN LÍMITES ||KAISOO||Adaptación ✅Where stories live. Discover now