CAPÍTULO 9: LA BIBLIOTECA

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CAPÍTULO 9

Edward se despertó algo cansado, pero todavía con esa sensación de felicidad por habérselo pasado tan bien anoche, quitando el altercado con el Joker, obviamente, al igual que aquella cena que compartieron no pudo evitar pensar en lo interesante que era Oswald y de sus amables palabras hacia su persona.

Lo malo es que acabaron hablando hasta tarde y sin darse cuenta ya eran las tres de la mañana así que cuando llegó a casa se quitó la ropa dejándola en el suelo conforme caminaba y se echó a la cama solo con los calzoncillos puestos.

Cuando notó la luz tocar su cara se dio la media vuelta para seguir durmiendo, de todas formas los domingos no trabajaba así que se podía permitir no salir de la cama hasta tarde, pero cuando vio por el rabillo del ojo que toda su ropa estaba por el suelo empezó a sentirse culpable puesto que odiaba dejar cosas en medio, sobre todo si eran cosas de valor así que, soltando un suspiro pesado, se levantó sin muchas ganas de la cama, se puso encima la manta para no pasar tanto frío y recogió la ropa procurando que no hubiera ninguna mancha o rasguño, lo colgó con sumo cuidado y cuando estiró la chaqueta se dio cuenta de que en el bolsillo todavía tenía el pañuelo morado que le dio el Pingüino.

- Se me olvidó por completo devolvérselo - observó aquel pañuelo que tenía un tacto suave - ¿Será seda? - se preguntó ya que nunca había tenido oportunidad de tocar algo tan suave y agradable al tacto.

Sin darse cuenta se lo acercó poco a poco hasta su rostro para olerlo embriagándose de aquel perfume tan agradable que ocupaba sus fosas nasales haciendo que cerrara los ojos para deleitarse mejor de aquel aroma, pero aquella sensación casi de epifanía cesó cuando escuchó una risita justo delante de él haciendo que abriera los ojos y se encontrara allí mismo a Nygma que lo miraba con un deje de superioridad por haberlo pillado con las manos en la masa.

Ed se sorprendió de verlo ¿acaso las medicinas ya no funcionaban? Eso era imposible, si ni siquiera llevaba una semana tomándolas.

- ¿Qué haces aquí?

- Mira la hora - señaló el reloj de pared que marcaban las tres de la tarde ¿tanto había dormido? Normal que lo viera, ya había pasado el efecto de la medicina - ¿De verdad te lo tienes que tomar? Tampoco es para tanto, lo único que hace es que no me veas.

- También te escucho menos así que es suficiente para mí.

- Me lo debes, anoche salvé tu vida.

- ¿Salvarme la vida? Casi me matas - cogió una manzana y se la comió lo más rápido que pudo para tener el estómago lleno y librarse de esa visión cuanto antes - ¿Vas vestido así? - observó que llevaba el primer traje que le regaló Oswald todavía con aquellos detalles estrambóticos que se creó - Creía que llevarías lo de anoche.

- Este me gusta más. Por cierto... - miró con una sonrisa de lado el pañuelo que dejó en la cama - ¿Tienes algo que contarme?

- ¿D-de qué hablas? - se sonrojó - Solo estaba comprobando que no se hubiera manchado, no se lo voy a devolver sucio.

- Ya... - siguió con esa sonrisa - Pues lo estabas oliendo demasiado ¿no crees?

- ¿Podríamos tener la mañana en paz? - dijo mientras sacaba algo para almorzar-desayunar puesto que tenía hambre. Cuando iba a limpiar unas verduras en la pila se dio cuenta de que todavía llevaba el reloj tan caro que le regaló el mayor.

- ¿He dicho ya que me encanta? Como sigas así vas a tener que comprar una caja fuerte.

Tenía razón, entre ese reloj y el digital tenía donde elegir y eso nunca le había pasado, ni siquiera había tenido zapatos para elegir, siempre usaba o las deportivas o los zapatos de trabajo y ahora tenía dos pares preciosos que no dudaría en usar cuando tuviera un evento especial, incluso tenía ya tres cinturones donde elegir y eso que solo había usado el mismo desde secundaria.

Te encontré (Nygmobblepot)Where stories live. Discover now