Naturaleza

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—Arthur, despierta, ¿hablaste con Gaius? —La voz grave de su padre lo trajo de regreso a la realidad, donde estaba en el salón principal a la derecha -y como siempre- junto a su padre

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—Arthur, despierta, ¿hablaste con Gaius? —La voz grave de su padre lo trajo de regreso a la realidad, donde estaba en el salón principal a la derecha -y como siempre- junto a su padre. El príncipe toma una posición más recta y aclara un poco la garganta.

—Fui a buscarlo, padre, pero no se encontraba.

­—Búscalo más tarde —el rey se retira y Arthur se va a su cámara para descansar su mente. Merlín no tiene el mismo plan para él, al parecer, porque justo en esos momentos toca la puerta suavemente para anunciar su presencia, después abre lentamente para darse paso.

Merlín entra por completo a la habitación y Arthur no puede despegar su vista del rostro ajeno, reconociendo interiormente lo mucho que extrañaba el color de esos labios, sus ojos brillantes...

Merlín tampoco puede despegar su mirada sobre el rostro de Arthur, se maldice un poco por ello, pero eso no le impide seguir haciéndolo. Por un momento sintió que todo iba bien en su mundo.

— ¿Sí?, ¿qué necesitas Merlín? —Dice Arthur, decidiendo que era mejor romper con aquella danza de miradas.

—Quería agradecerte, por salvarme.

—No es nada —Merlín sonríe y Arthur, se siente contagiado por esa misma sonrisa, quiere mostrar una mueca feliz también, pero, no, mejor no hacerlo, por el bien de ambos—. De hecho, Merlín, sí que tiene un precio, verás, has descansado prácticamente seis días, así que tienes mucha ropa que lavar, también la ropa de cama, las cortinas, limpiar los muebles, tallar el piso, bañar mis caballos, limpiar mis establos, pulir mi armadura...ah, y tráeme algo de comer.

—Sí, señor —Merlín entrecierra sus ojos, fastidiado y da la media vuelta para irse.

El día pasa entre quehaceres, más quehaceres y la sensación de ser vigilado, pero nunca descubre que es Arthur que se ha pasado su día viendo la faena de Merlín, en la que, entre deber y deber, Arthur ha pensado y afirmado internamente que, de verdad quería a su sirviente. Le quería tanto y desde hace mucho. Le resultaba tan natural quererlo, como si solo se tratara de respirar.

Llega la noche, y Merlín ya sin más deberes que terminar, se encuentra acompañando a su señor en aquella cámara principal donde se hacían las audiencias con el rey. El mismo Uther Pendragon estaba sentado en su trono, a su derecha estaba su hijo. Frente a ellos, estaba Gaius y a su derecha, más al rincón, Merlín.

— ¿Me hizo llamar, señor?

­— Sí, Gaius. Mi hijo fue a buscarte por la mañana, pero no te encontró.

­—Pero sí no he salido de mi casa hasta ahor... —Gaius ve como Arthur le hace señas con los ojos, clara señal para que mintiera por él— Sí, claro, señor. Ya recordé que salí por la mañana.

El rey asiente y comienza la conversación con una disculpa y reconoce que estuvo mal su decisión de no brindarle apoyo cuando lo necesitaba. Después de disculpas, agradecimientos y perdones entre ambos, continúan su conversación con una estrategia en caso de que, el médico de la corte (Gaius) esté indispuesto para los demás.

🌈No te amo, pero siempre lo haréWhere stories live. Discover now